Una nueva especie de ave cantora fue descubierta en Perijá. Se trata de una muy antigua familia de pájaros cantores, conocida como Scytalopus, en su origen latino, pero popularmente llamada tapaculos, de las cuales se han encontrado unas 40 especies a lo largo de los bosques nublados, que se encadenan desde Costa Rica hasta Argentina.
El descubrimiento es producto de un trabajo que inició en el 2008 un grupo de biólogos colombianos, en la actualidad vinculados a la Universidad de Miami, y Tulane, en Nueva Orleans (EE. UU.); e igualmente en las universidades Nacional, Los Andes y Los Llanos, además de la Fundación EcoHábitat, de Popayán, reseña El Tiempo de Bogotá.
A pesar de la limitada información, se conocía que las últimas investigaciones en Perijá se remontan a 1941, a comienzos de la Segunda Guerra Mundial, cuando pasó por allí el explorador estadounidense Melbourne Carriker Jr., empleado del Instituto Smithsonian, de Washington.
Bajo el comando del profesor Jorge Avendaño se llevaron a cabo dos expediciones que permitieron identificar 182 especies, que acrecentaron el inventario de aves de la región a un total de 482.
Avendaño cuenta que precisamente allí encontraron al pajarito, que más que volar daba saltos entre los matorrales. Su forma, su plumaje, sus colores muy grises no daban pistas para corroborar que se trataba de una nueva especie de tapaculo. De ahí que se procedió a grabar sus cantos y llamados, y posteriormente a pruebas genéticas que dieran cuenta de su linaje y sus ancestros. En esta última tarea fue definitivo el aporte de Carlos Cadena, también de Los Andes.
Posteriormente hubo que confrontar los resultados con las colecciones existentes en el Museo de Historia Natural, una de las dependencias del Smithsonian con mayor riqueza en el conocimiento de la flora y la fauna mundiales.
Solo así los investigadores se han permitido presentar en sociedad al Scytalopus perijanus o Tapaculo perijanus.
El tapaculo, que al parecer fue bautizado por primera vez en el siglo XIX por indígenas chilenos, pertenece a la familia de aves paseriformes o pájaros cantores. Son alrededor de 5.700 especies de pájaros identificadas en el mundo, que representan cerca de la mitad de las aves conocidas.
Esta particular especie tiene un tamaño pequeño, un peso no mayor a 30 gramos, su plumaje varía entre colores negro, gris y marrón, y habita a nivel del suelo entre los bosques y páramos, por encima de los 1.500 metros de altura.
Una deformidad, que lo caracteriza por su cola parada y sus alas muy cortas, es posible que sea el origen de su llamativo nombre.
La presencia de esta especie en esa apartada zona, muy lejos de sus familiares, da pie a los investigadores para valorar la riqueza evolutiva que presenta la serranía del Perijá, y plantear la necesidad de una protección rigurosa.
Según Avendaño, del lado venezolano la sierra es un parque nacional protegido, pero del lado colombiano es calificada apenas como una reserva forestal, susceptible de todo tipo de actividades agropecuarias que ponen en riesgo los ecosistemas de la zona.
Si a lo anterior se agrega que la región es prácticamente un corredor marcado por la inseguridad, debido a la presencia de grupos irregulares, que se mueven entre el Catatumbo, el Cesar y La Guajira, los riesgos de deterioro de dichos hábitats son evidentes.
En la investigación, que permitió ser reconocida por la Unión Americana de Ornitología, participaron Natalia Gutiérrez, que hace su doctorado en aves, en la U. de Miami; Andrés Cuervo, vinculado al departamento de Ciencias de la Universidad de Tulane, en Luisiana; Carlos Cardona, del área de genética de la Universidad de los Andes; Juan Pablo López, del Instituto de Ciencias Naturales de la Nacional; Alexander Cortés, de la Fundación EcoHábitat, y Jorge Avendaño, quien al comienzo del trabajo hacía parte de la facultad de Biología en Los Andes y hoy comparte sus conocimientos con los alumnos de la Universidad de los Llanos, en Puerto López (Meta).
DC | Agencias