Cada vez cobra mayor importancia la crítica, no sólo como instrumento para el ejercicio democrático, sino como mecanismo de lucha y defensa de los derechos de la gente. Toda crítica debe tener contenido y objetivos, ella en sí misma no significa nada si no cumple con su rol de incidir en el cambio de la realidad, ya sea logrando la autocrítica o corrección de la persona o institución a la que va dirigida o sirviendo de modelo para mucha gente.
Wikipedia dice, la crítica es la acción de discernir la verdad evidenciando, previamente, la falacia o el error; colabora con la filosofía y su herramienta la lógica, siendo la filosofía el “humano deseo de conocer” racionalmente “la verdad”. La crítica es un instrumento educativo, ella tiene dos acepciones, la positiva o constructiva y la negativa o destructiva, la primera va al hecho, señala soluciones y previene problemas potenciales, la segunda va a la persona y no a la conducta, ejemplo, no es lo mismo decir tu eres estúpido que decir has cometido una estupidez.
¿A qué vienen estos comentarios? pues muchos no entienden el papel de la crítica en la sociedad, sin ella no se puede hablar de democracia. Tenemos un gobierno cerrado, que niega la crítica y por ende la verdad y la democracia. Su rasgo fundamental es la intolerancia y el irrespeto. Conductas no exclusivas del poder central, regional o local, también se encuentran en la sociedad. De todo hay en la viña del señor, hay quienes critican sin fundamento, hay quienes no escuchan a nadie, algunos sólo la usan para destruir, hay a quienes le duele o le causa escozor toda crítica, esos nunca se evalúan ni son autocríticos, están los que practican la doble moral o el cinismo, “ven la paja en el ojo ajeno y no aprecian la viga en el propio”. Los opositores tenemos sobradas razones para criticar las políticas del régimen, pues ninguna ha servido para sacar al país del caos, pero hay quienes discursean contra el régimen, asumiendo la misma conducta. Entonces la crítica pierde validez y genera incredulidad. Es como escuchar a Diosdado despotricando de la burguesía, allí escupe para arriba, o al gobierno con su antiimperialismo de pacotilla que ha permitido la invasión de cubanos, la injerencia del imperio chino y la ocupación de los guyaneses.
Un pecado que nos afecta a todos, es la polarización que es promovida y reforzada por las hegemonías. La sociedad se encuentra entrampada, sin querer se asume un silencio cómplice de las fallas de unos y del fracaso de otros. Cada vez que se señalan los errores y se critican prácticas antidemocráticas, viene la respuesta, los trapos sucios se lavan en casa. Encontramos este dilema en los procesos electorales de los últimos tiempos, donde prevalece el voto negativo o el voto en contra, por encima del propositivo; es decir, la gente no vota por la calidad del mensaje y la propuesta, sino en contra del gobierno o viceversa, no vale discurso o imagen, lo que motiva su participación es restarle fuerza al otro; por ello se imponen candidatos sin importar su condición, hay otros que apoyan a alguien sólo por el carisma, así éste sea un demagogo.
Todo proceso electoral está envuelto de emocionalidad, pero se han dado pasos importantes en la búsqueda de la elección consciente, hoy la sociedad actúa con mayor racionalidad, ojalá el proceso de elecciones parlamentarias de este año, sea el último en el que tengamos que escoger el mal menor, se están creando las condiciones para que en los futuros procesos se escojan a los mejores. El pensamiento crítico se ha diseminado y eso es un buen augurio, no podemos concebir el mundo del futuro con personas sumisas, acríticas o robotizadas.
DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila