El Real Madrid y su sensacional primer tiempo chocaron contra el esloveno Jan Oblak, insuperable para el conjunto blanco y salvador para el Atlético de Madrid, que sobrevivió en el partido de ida de los cuartos de final de la Liga de Campeones de las manos de su portero, sus paradas y un 0-0.
Su protagonismo fue decisivo hasta en cinco veces. El Real Madrid fue imponente toda la primera parte, un suplicio durante muchos momentos para el Atlético, que reequilibró el choque en el segundo acto para un 0-0 que mantiene muy vivo el duelo para el Santiago Bernabéu.
Desde una alta intensidad, desde un control absoluto de la pelota y desde su calidad técnica desdibujó al Atlético, al que echó para atrás con la rotundidad del balón y la movilidad para ocupar los espacios en el momento justo, desbordante cada vez que encaró y en cada metro. No dio opción al conjunto rojiblanco, a contrapié en cada rechace y en cada segunda jugada, lejísimos de la portería contraria para montar un contragolpe inquietante para el equipo blanco y agobiado cuando dispuso de la pelota, siempre con algún rival al acecho, siempre en su propio campo durante media hora de tormento local.
Fue el Real Madrid muchos momentos una maquinaria de gran fiabilidad en cada sector del campo, en la que cada futbolista visitante superó a su par del Atlético con el balón y sin él. Fue incontestable todo el primer tiempo por fútbol, por ambición, por ocasiones, por sistema defensivo, por todo menos por los goles.
No marcó Dani Carvajal, en el minuto 2, tampoco el galés Gareth Bale, en el 4 en un duelo en solitario con el portero y después con un trallazo desde lejos, ni el portugués Cristiano Ronaldo de falta directa ni el colombiano James Rodríguez, en un par más. En su camino, se erigió un muro insuperable para ellos: Jan Oblak. De largo, el portero esloveno, sublime todo el primer acto, fue el mejor del Atlético, el sosten sobre el que se mantuvo vivo hacia el descanso el equipo rojiblanco, minimizado como hace tiempo no se recuerda, más en su estadio; a merced de su adversario y con una sola ocasión antes del intermedio, de Griezmann, por fallo ajeno.
Por eso, el pitido del final del primer periodo fue un alivio tremendo para el Atlético, al igual que la portería a cero. Una noticia inmejorable, sorprendente incluso por el juego desplegado antes por ambos equipos y por la pegada que acostumbra el equipo blanco, con ese aspecto como único debe en 45 minutos de derbi.
En cualquier otra ocasión hace cuatro años, aún sin el argentino Diego Simeone en el banquillo rojiblanco, el partido probablemente ya habría estado finiquitado, pero el salto en los últimos tiempos del Atlético también se percibe en este tipo de choques, en los que no se descompone, y en su capacidad individual, hoy de Jan Oblak.
Desde su supervivencia en el primer tiempo y desde su rearme en el descanso, mejoró sus prestaciones para la reanudación, con una versión aún mejorable, pero indudablemente mejorada, más firme en su retaguardia, más profunda en ataque, con más participación de Arda Turan y Koke, y, algo indispensable, mucho más competitiva.
No se sintió ya el Real Madrid tan dueño del encuentro como también se calmó el sufrimiento del Atlético, al mismo tiempo que el duelo se acercó más al equilibrio, también en ocasiones en el comienzo de la segunda parte. Hubo una local, un cabezazo de Arda, y otra visitante, con un tiro de Kroos y parada, otra vez, de Oblak.Y, curiosamente, el partido terminó más en el área del Real Madrid, con un par de saques de esquina, dos acciones de Fernando Torres, una ocasión de Raúl García y un trallazo de Mandzukic, el punto final a un choque vibrante y un 0-0 frustrante para el equipo blanco frente a Oblak, un extraordinario guardameta.
DC | EFE