La actividad sísmica inducida ha aumentado notablemente en EEUU desde 2009, especialmente en el centro del país, por el auge del uso de la técnica de «fracturación hidráulica» o «fracking» para extraer petróleo y gas de esquisto, indicó hoy el Servicio Geológico de EEUU (USGS).
Oklahoma es el principal afectado por esta alza en la actividad sísmica, con terremotos de magnitudes superiores a 3 en la escala Richter; seguido de Texas, Kansas, Colorado, Nuevo México y Ohio, que en los últimos años han registrado sismos con más frecuencia de lo habitual.
Mark Petersen, jefe del Proyecto de Modelo Nacional de Riesgos Sísmicos del USGS, señaló en un comunicado que «estos terremotos inducidos están ocurriendo a un ritmo mucho mayor que anteriormente y suponen un mayor riesgo para la gente que vive cerca».
Todas las áreas en las que se ha percibido este aumento en la actividad sísmica «están localizadas cerca de pozos de inyección profunda de fluidos u otras actividades industriales capaces de inducir terremotos».
Según el estudio, la inyección de aguas residuales aumenta la presión de los poros subterráneos, lo que puede lubricar fallas cercanas provocando que los terremotos sean más probables.
No obstante, matiza que aunque existe «el potencial» de desencadenar estos terremotos, la mayoría de estos pozos no los producen.
El auge de la «fracturación hidráulica» se encuentra detrás del «boom» energético en EEUU, cuya producción nacional se ha disparado en los últimos años gracias a esta técnica que permite el acceso a bolsas de petróleo y gas a las que anteriormente no era posible llegar.
Esta polémica técnica de extracción inyecta en el subsuelo una mezcla de agua y productos químicos a altas presiones para romper las rocas porosas que almacenan los combustibles y así liberarlos.
Grupos de activistas medioambientales han criticado los riesgos que el «fracking» acarrea, algo que ha llevado a algunos estados como Nueva York a prohibirla; mientras que la industria defiende el potencial que ofrece para conseguir la independencia energética de EEUU.
DC | EFE