Recientemente escuchaba una grabación que se filtró en las redes sociales de un reconocido empresario, el cual se dirigía a los trabajadores de su organización que están pensado irse de Venezuela, el mismo exclamaba: “ Yo respeto a la gente que tiene la oportunidad de irse porque cree que su condición personal le dice me voy a donde sea, es su decisión pero no la comparto, aquí 30 millones de venezolanos no podemos irnos para Panamá o a Colombia, yo estoy con la gente que no puede irse para ningún lado”.
Seguidamente surgieron replicas positivas y negativas, ante la posición de este empresario, refutándole alguien de manera categórica su osada opinión ¿Me pregunto si en los últimos años ha visto menguar la salud de algún familiar cercano a causa de la escasez de algún medicamento y ha sentido la impotencia de no poder ayudarlo mientras la desesperación de verlo sufrir lo atormenta por las noches?
Ciertamente, cada venezolano tiene el derecho de decidir emigrar o quedarse y ante esta posición muy particular considero que deben respetarse los puntos de vista de cada quien, algunos piensan que en el país no hay nada que hacer y otros consideramos que ante esta dificultad temporal que atravesamos (desastre económico, altísimos niveles de inseguridad, desabastecimiento, corrupción, desempleo, alto deterioro de la calidad de vida, desesperanza a un cambio, conflicto de valores y un gran déficit de ciudadanía) hay mucho trabajo por hacer para reconstruir el país.
En lo particular, tuve la experiencia de emigrar a USA, y sin modestia alguna, me fui con un título, dos maestrías y unos que otros dólares, producto de la venta de mis bienes y otros ahorros; y aunque la intención nunca fue quedarme me absorbió el sistema durante cuatro años, hasta que tome la firme decisión de regresarme a mi país.
Luego de ese periplo de ubicarme; buscar trabajo; tratar de aprender el idioma; lidiar con el tema migratorio; adecuarme al clima, a la idiosincrasia, a las leyes, a la cultura y al sistema en general, autoexiliado por la decisión muy personal de creer que al salir del país mis problemas se iban a solucionar, resulta que estaba entrampado en una difícil realidad, evidentemente cambie un problema por otro; claro podía transitar con mucha seguridad, sin miedo a ser asaltado, conseguí muchos trabajos, compre un carro, alquile un apartamento, tuve mayor poder adquisitivo para llenar mi “shopping cart” de comida y otros productos innecesarios, pero finalmente termine entendiendo que era otro inmigrante más, tratando de sobrevivir en un país extranjero.
Honestamente respeto, admiro y considero a los millones de venezolanos que han decidido irse del país, a distintas latitudes del mundo, entre esas personas mi padre, mi hermana, mis dos únicos hermanos varones, mi hija (la del medio) y una gran cantidad de amigos y conocidos, sé muy bien lo duro y dificultoso que es incorporarse a una sociedad distinta a la nuestra, “lo más difícil no es tomar la decisión de irse, es tomar la decisión de quedarse”, he sentido en carne propia lo doloroso, traumático y la impotencia que genera no poder ver a tus seres queridos, indudablemente nadie quiere dejar su patria para lanzarse en una aventura incierta que significa emigrar, pero centenares lo han hecho, muchos creyendo que valió la pena y otros deseosos por regresar.
Finalmente nadie aprende con experiencia ajena, podría dedicarme a escribir un libro sobre mi propia vivencia, pero ya la viví y nadie me va echar cuentos sobre lo que significa ser un emigrante, diez años después de tomar la decisión de regresarme estoy convencido que hice lo correcto “volver a mi país Venezuela” y a pesar de las dificultades que estamos atravesando, y ante las justificados argumentos de miles de venezolanos que aspiran irse, considero que en nuestra tierra existen miles de razones y oportunidades para quedarse, solo es cuestión de actitud, de ganas y deseos de echar pa´lante, de trabajar con pasión, y de dejar de quejarnos de un gobierno y una oposición que no cumplen y construir con compromiso la Venezuela que queremos.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo- Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia