El estado emocional de los niños depende de su entorno, explica el psicoterapeuta, fundador y director del Centro Comunitario de Aprendizaje (Cecodap), Oscar Misle. La situación de no obtener lo que necesitamos en el momento oportuno afecta el ambiente en un hogar. «Ellos sienten angustia o ansiedad, más que por la escasez del producto mismo, por lo que genera eso en su familia», asegura.
La psicóloga social, Yorelis Acosta, coincide con Misle y pone como ejemplo que «cuando en una casa abren el último paquete de café, sienten que se viene el mundo abajo. Los niños perciben y opinan acerca de esa situación». Algunos, por su condición biológica, pueden ser más propensos a afectarse exageradamente e incluso sufrir ansiedad por ese tipo de situaciones.
Según Misle, la escasez tiene un impacto indirecto y otro directo. El primero se debe a que «la posibilidad de los adultos de autorregular sus emociones es cada vez menor y muchas veces los niños pagan los platos rotos». Explicó que los padres comienzan los castigos repetidos y severos porque están envueltos en una situación que genera reacciones no deseadas y no se dan cuenta.
Con el impacto directo se refiere a cuando el niño necesita un medicamento, no se consigue, siente dolor o molestias y no ve mejoría porque no se le está haciendo el tratamiento.
Agrega que en actividades semanales de Cecodap, donde tratan el tema de convivencia escolar, a veces la escasez se presenta como desencadenante o vínculo externo de algunos problemas que presenta un niño.
En las colas
Los niños muchas veces tienen que acompañar a sus padres en las colas para comprar alimentos y eso también los afecta, porque deben pasar horas de pie, bajo el sol, escuchando quejas, en una situación de tensión. «Lo ideal sería que los niños estuviesen en sus escuelas o en las casas», comenta el psicoterapeuta.
Acosta también aconseja no llevar a los más chiquitos a los supermercados porque «tenemos un ambiente cargado de muchos elementos negativos y lo mejor es no exponerlos innecesariamente a ellos».
Los padres deben conversar entre ellos sobre la situación, según la psicóloga, para buscar otras vías que les ayude a alcanzar la dieta básica, sin alterar la rutina de los niños. Pueden llevarlos a hacer deporte, mientras ellos hacen mercado.
Depende de la edad
La percepción y afección de un tema como la escasez va a depender de la edad de los niños. Cuando los padres están muy perturbados por la situación, el niño menor de tres años no va a captar las palabras pero sí las emociones. «No va a entender el desabastecimiento, pero sí que hay algo que angustia a sus padres y ahí es cuando los adultos deben estar más atentos», alerta el especialista.
«De repente se porta de manera inadecuada, agresivo, violento, susceptible y eso tiene que ver con un estado emocional que no sabe expresarlo mentalmente pero sí emocionalmente», expone.
A los cinco años ya lo comienzan a hablar y se da cuenta de que hay algo que si falta en la casa genera caos, porque escucha la angustia, la rabia o los comentarios de la familia.
Migración
Acosta recordó que un niño le dijo un día en consulta que odiaba Canadá. «¿Y tú conoces ese país?», le preguntó ella, a lo que él respondió que no pero que varios amigos se habían ido para allá. Hay niños tristes y molestos por la situación de emigración, según la psicóloga.
Cuando hay una separación siempre hay un duelo, explica Misle. Los niños que se quedan sienten mucha rabia, se pueden poner hostiles e inclusive afectar su rendimiento escolar. Después viven un momento de negación y no lo conversan, lo reprimen porque les es doloroso.
«En estos días una mamá me llamó porque su hijo estaba rebelde y ella decía que no sabía qué le pasaba, resulta que su madrina se había ido del país y no relacionaban que la actitud del niño tenía que ver con eso», contó Misle.
Hay que acompañarlos en su duelo hasta que lo vayan superando, indica el psicoterapeuta. Los papás deben expresar sus sentimientos, decirles que también están tristes pero que ya habrá una oportunidad de encontrarse. Resaltó la importancia de las expresiones de afecto, los niños requieren más cariño en esa situación.