La izquierda, por Golfredo Dávila (@golfredodavila) 

Algunos amigos me solicitaron hablar de la izquierda y sus fundadores, eso significaría hacer un libro. Acá sólo haremos énfasis en los argumentos que llevaron a la mayoría de ellos y a los sectores del progresismo a no acompañar la mal llamada revolución, tratando de ser lo más objetivo posible y muy a pesar que lo que está en boga es la espantosa crisis del país.

 

Quienes desde la izquierda hemos criticado la hechura y la charlatanería de este régimen, lejos de caracterizarlo como socialista, hemos dicho que han profundizado el viejo modelo capitalista de Estado, con una economía cada vez más dependiente, tanto de la renta petrolera y los impuestos como de las economías de otros países. Acompañado de un ejercicio de poder despótico, autoritario, antipopular y de rasgos fascistas. Nada más lejos de la izquierda que el sectarismo, el desconocimiento del otro, la corrupción y la represión, propias de mentes retrógradas, reaccionarias y conservadoras.

 

Ahora bien, tampoco se puede ocultar, que la nefasta gestión del régimen es vista como el fracaso de la izquierda en el poder. Tal confusión ideológica es causada por su hegemonía comunicacional y por el enorme aparato de propaganda y publicidad con el cual lograron convertir en basura los conceptos. Igual pasó con la debacle del otrora socialismo real en la URSS y sus satélites que arrastró consigo a toda la izquierda mundial. Pero la historia ha de reconocer el papel jugado por las fuerzas de izquierda venezolana de la década de los 60 y 70 que atinaron en condenar aquel modelo, a excepción del Partido Comunista de Venezuela. Casualmente, esas fuerzas son las mismas que rechazan a este régimen. En esos trazos de la historia saldrán a relucir, personajes como Simón Sáez Mérida, Domingo Alberto Rangel, Francisco Prada, Moisés Moleiro, Armando Díaz, entre otros ya fallecidos y de quienes viven como Teodoro Petkoff, Pompeyo Márquez, Douglas Bravo, Gabriel Puerta, Américo Martín y Rafael Venegas, por nombrar sólo algunos.

 

La izquierda, no solo ha sido embestida por los modelos de la ex URSS, China, Europa del Este, Corea del Norte, Cuba, sino que también ha tenido los embates del populismo Latinoamericano. Los populistas desarrollan una línea discursiva izquierdosa, hacen demagogia con la tesis de la justa y equitativa distribución de la riqueza, para después de llegar al poder, tal cual alimañas corruptas, sólo reparten esperanzas a la gente y pequeñas dádivas a los pobres, que son burusas de la gran torta que queda en sus dominios. Dejando como resultado atraso y destrucción.

 

Es de destacar que quienes somos de izquierda, por principios defendemos los intereses de los trabajadores por encima de los intereses de los dueños del capital. No hay hasta ahora ninguna experiencia en el planeta de un gobierno que haya representado los intereses de los trabajadores. Los mal llamados socialistas practican el rancio capitalismo de Estado, es decir, al llegar al dominio del aparato estatal, de la noche a la mañana se adueñan de los capitales, pasan al papel de patronos explotadores de la clase trabajadora; otros modelos desarrollan una economía mixta y los que han convertido el mercado en dogma, es decir el capitalismo liberal.

 

Otra confusión común es en torno a la economía de los países nórdicos, —Islandia, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia— se ha dicho que son ejemplos exitosos de socialismo, más sin embargo, no son economías socialistas, ellas se inscriben en el capitalismo desarrollado y en lo que llaman Estado de Bienestar. Si hacemos una retrospectiva marxista, pudiéramos decir que, dado su desarrollo, son modelos susceptibles de construir el socialismo, además, Marx planteó como sociedad suprema, aquella donde las comunidades llegan por procesos ininterrumpidos de desarrollo al autogobierno, donde se suprime el Estado, no por decreto ni por los deseos de la gente, sino por la dinámica económico-social. En ese sentido, economías como la de los países nórdicos, están en mejores condiciones para dar paso a modos de producción superiores. Lo contrario sucede con los países de revolución de discurso, que no han retrocedido al feudalismo porque la dinámica de la sociedad lo ha impedido.

 

No bastan las justificaciones, la izquierda está obligada a renovarse, ella debe ser una síntesis del desarrollo histórico de la humanidad, asumir con sentido crítico y autocritico toda la experiencia, tanto los aciertos como los errores, sobrevivir a la adversidad, colocarse a tono con las exigencias del mundo de hoy, innovarse sin abandonar los principios, reinventarse y recrear el socialismo impregnándose de cultura democrática, asumir nuevas formas de hacer política tomando como norte la ética.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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