A Malaysia Airlines le llueve sobre mojado. En 2014, y con solo cuatro meses de diferencia, vivió una verdadera pesadilla: en marzo uno de sus aviones literalmente desapareció cuando sobrevolaba el Mar de China, y en julio, otra de sus naves fue aparentemente derribada por un misil cuando cruzaba el espacio aéreo de Ucrania.
Eso, sumado a sus debilitadas finanzas pudieron más que la trayectoria de una empresa que cumplía por estos meses 68 años y que se jactaba de ser una de las cuatro líneas aéreas del mundo en lograr la calificación cinco estrellas de Skytrax.
Ayer el nuevo CEO de la empresa, Christoph Müller, anunció que la aerolínea está «técnicamente» en la quiebra, lo que significa que desvincularon a 20 mil trabajadores y, probablemente, eliminarán la marca.
Aún así, hay quienes sostienen que la seguidilla de incidentes se transformó en la gota que rebasó el vaso, pues luego de ello vino la nacionalización de la compañía y la contratación de Müller, quien es conocido como «Terminator», por su tendencia a reducir el personal de las empresas que lidera.
La fórmula elegida por Müller implica la quiebra y disolución, para luego formar una nueva compañía, antes de septiembre, que implica la recontratación, con nuevas condiciones, de 14 mil de los ex trabajadores de la empresa.
El próximo 1 de septiembre será el lanzamiento, y aunque los ejecutivos no comentaron si esto se traduciría en un cambio de nombre o de imagen, los analistas creen que es lo más probable.
DC | Agencia