Miles de aficionados barcelonistas coparon literalmente la línea de metro U12, que une el centro de la ciudad con el estadio Olímpico de Berlín, y acompañaron ruidosamente el viaje desde que subieron en la estación de Zoologischer Garten.
Muy cerca de allí se situaba Breischeidsplatz, punto de encuentro de la afición «culé», más ruidosa que nunca y que se dejó ver durante todo el día en el centro de la ciudad.
Los italianos se reunieron en torno a Alexanderplatz, aunque siempre en menor número. Cuando el convoy del metro se acercó a Zoologischer Garten, los pocos viajeros que se encontraban en su interior reaccionaron con sorpresa ante la multitud de aficionados que se encontraban esperando.
Durante el viaje, de una duración aproximada de 20 minutos, los barcelonistas ganaron la lucha numérica y también la de los cánticos. Hoy todos los traslados por la ciudad eran gratuitos para los aficionados con entrada y el sistema se colapsó en algunos momentos.
En realidad, a poco más de dos horas para el inicio del partido, el metro dirección Ruhleben paraba en todas las estaciones, pero en muchas de ellas nadie pudo entrar en los vagones repletos de seguidores.
A la llegada a la estación Olympia stadion, una ola humana se dio cita buscando la puerta de acceso al mismo. Muchas dotaciones de policías, muchas peticiones de compradores de entradas y advertencias por la megafonía externa de que se podían haber vendido algunas entradas falsificadas.
Por medio de su cuenta en twitter, la policía berlinesa advirtió a los aficionados sobre la prohibición de exhibir símbolos nazis en el estadio y las penas que podrían afrontar los que contravinieran la norma.
A primera de la tarde, se habían detenido a 11 carteristas, especialmente en la zona de la puerta de Brandemburgo, donde se encontraba la zona festiva conjunta de seguidores de la UEFA.