No hay manera de subsanar el daño moral que siente Concepción Mendoza Lobo a sus 59 años, madre de Leiver Padilla Mendoza, alias «El Colombia».
La acusación directa que recae sobre él, como el autor material del homicidio del diputado Robert Serra, ocurrido el 6 de octubre del año pasado, le ha dejado el corazón destrozado. Y lo dice ahogada, con voz entrecortada y mucho dolor.
«Esto es un daño muy grande que nos han hecho a nuestra familia. Es doloroso que acusen a un hijo de lo que realmente no es, que sea inocente y lo acusen», dijo vía telefónica desde su casa ubicada en el barrio La Consolata de Cartagena, en Colombia.
Concepción vivió 30 años en Venezuela (desde 1971 hasta el año 2001), y ahora se siente resentida, decepcionada.
«Les digo que si tienen corazón, se pongan la mano en el pecho, de verdad yo quiero que hagan justicia con el crimen del diputado, porque su madre debe estar sufrida. La pérdida de un hijo no es fácil, pero busquen realmente al culpable, no cojan a mi hijo como chivo expiatorio», dijo.
La verdad que defiende
Dos días después del asesinato del diputado, a Leiver Padilla Mendoza lo nombraron como uno de los presuntos implicados. Su foto comenzó a divulgarse, y las acusaciones directas también. Todas desde la alta esfera oficial.
Alias «el Colombia» se sintió acorralado y con miedo.
«Me llamó como el martes porque el domingo había salido la noticia, y me dijo que lo estaban acusando de la muerte. Le pregunté si tenía que ver con eso y me dijo que no, que esa noche él estaba con su familia», refiere la madre.
Desde ese momento empezó un víacrucis para ella. Estando lejos su preocupación era mayor porque no tenía manera de ayudarlo.
«Mi situación ha sido muy difícil, puesto que soy una persona de muy bajos recursos económicos. Yo dependo de una venta de fritos (chicharrón, plátanos, salchichas, y otros embutidos fritos) que pongo en mi casa para mantener a mi familia. De hecho, fíjese que él está allá y yo no tengo un centavo para movilizarme y saber en qué condiciones está. Mi mente se puso en blanco», relató.
Tras el hecho Leiver huyó hacia Cúa con su esposa y dos hijos. Ahí estuvo varios días hasta que se marchó a Colombia y se reunió con su madre el 14 de octubre, una semana después del crimen. Lo capturaron el 2 de noviembre.
«Cuando llegó aquí le di gracias a Dios de verlo y le pregunté lo que había pasado. Me dijo que lo estaban nombrando en algo que no tenía que ver. Solo por tener una amistad con ese escolta que vivía en la parte de enfrente, ahí en la Misión Vivienda de La Paz. Leiver le hizo un perjudicial favor a ese escolta, que fue guardarle una caja con dos armas. Como se conocían y sabía que ese muchacho trabajaba con el gobierno, aceptó guardarla en la casa de su cuñada en Gramoven, sector Tamanaquito. Ella estuvo presa, pero ya la soltaron».
Leiver siempre estuvo ligado al chavismo. Tuvo dos hijos biológicos y cada uno vive con su madre. Inició una relación con Neyra Palomino que ya tenía dos hijos, y se los crió. Ella también está presa ahora.
Vivían en San Agustín del Sur, y allí perdieron su casa por las lluvias de 2010. Estuvieron refugiados en la sede de Pdvsa de la avenida Libertador hasta que les asignaron un apartamento en La Paz. Allí fue líder de la comuna. «Entregó su vida a la Revolución, buscaba votos, movilizaba gente en su moto. Ese era mi hijo», destacó Concepción.
Hoy ruega ayuda del gobierno del presidente Juan Manuel Santos para viajar a Venezuela y saber de él, al que podrá ver dentro de tres meses por una orden judicial.
A su hermano, que vive en Venezuela, le dijeron que esperara ese tiempo para poder visitarlo, que estaba bien atendido. Ni la ropa aceptaron cambiársela en la sede del Sebin de Caracas, donde permanece.
El día que lo detuvieron en Colombia, estaba con su hermano menor y un primo en el barrio Policarpa Salavarrieta de Bogotá. Eran las 7 de la noche cuando llegó la policía. Ahí vive una tía y pretendía refugiarse. Antes de ser extraditado, dejó una carta donde pide ser escuchado. Concepción la tiene.
Fuente: DC|EU