Son harto conocidas las palabras de Rona Gómez, precandidata a diputada por el continuismo, en las que invita a sembrar maticas de acetaminofén para combatir el desabastecimiento que genera la “guerra económica”. No voy a calificar a la aspirante a diputada, que tal vez no supera en idiotez a los actuales voceros del PSUV en la A.N. Evidencia la candidata que el régimen no tiene intención de mejorar la calidad del Parlamento hoy sumido en la oscuridad e ignorancia, en la subordinación al atropellante diosdadomadurismo que nos hunde como pueblo.
El país quiere cambio, no digo nada nuevo al recordar que la totalidad de las últimas encuestas revelan que 80 de cada 100 compatriotas aspiran se produzca un cambio político, económico y social en Venezuela. Declaraciones como la de la señora Gómez estimulan el viraje.
Hay algo cierto que se deduce de las declaraciones en cuestión, y es que hay que sembrar para producir. Si hoy tenemos desabastecimiento, es porque este fue sembrado por el régimen al desbaratar la economía, golpear las empresas productivas y desafiar las leyes de la economía; Nicolás actúa como un elefante en cristalería, rompiéndolo todo y destruyendo las fuentes de producción. Sembraron odio, odio tenemos; sembraron desconfianza en los inversionistas, expropiaron empresas y patearon a los productores, dejaron la corrupción avanzar como río desbordado en conuco, la cosecha obvia es el desabastecimiento.
No obstante, en el fondo y en sentido figurado, tal vez tenga razón la pretendiente a diputada, ya que si por sembrar “maticas de acetaminofén” se entiende promover y estimular los laboratorios y empresas productoras de medicinas, permitiendo que las leyes de la economía y de la libertad de producción y comercio actúen, la cosecha será de acetaminofén y de otros medicamentos. Del mismo modo, de sembrar alimentos, tendremos de ellos; de sembrar paz, no tendremos guerra; de sembrar justicia, desarrollo, progreso y libertades, tendremos un mejor país y bienestar para todos.
La siembra que nos espera es grande, y seguramente comenzaremos por sembrar valores. Es bueno que estemos claros en que no basta con ponerle fin a la desgracia del diosdadomadurismo, no es suficiente con que Nicolás dé paso a un estadista, a un presidente, ni con que sea sustituido de la conducción del Parlamento Nacional el cada vez más acaudalado militar que lo preside, actualmente señalado como jefe del Cártel de los Soles, lo que habría que probar. Lo que si no requiere de pruebas adicionales, es calificarlo de indigno presidente de la Asamblea Nacional, es atropellante, grosero y degradador de la representación popular.
Cambiar de gobierno es mucho más que mutar unos burócratas por otros. La tarea es inmensa y nos toca entre todos reconstruir el país. Si bien la unidad y la acción concertada es herramienta indispensable para el primer paso, para pasar la hoja del diosdadomadurismo, reconstruir el país exige una unidad todavía mayor; la primera unidad debe sumar la alternativa democrática, ya hoy cercana al 80 % de la población con sus variados pelajes, con las diferencias naturales que existen entre los que por distintas razones rechazamos el régimen. Reconstruir el país implica una unidad mayor, que sume incluso a quienes todavía hoy, a pesar de los pesares, respaldan con sus razones al régimen militarista y despótico de Nicolás y Diosdado.
Como la pretendiente a diputada nos puso a hablar de siembras, sembremos unidad y nuevos valores.
No tengo duda de que estamos viviendo los últimos días de esta larga pesadilla que ya marcha hacia los 17 años, que no cumplirá. Sembrar una nueva Venezuela es el desafío.
DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano