Capriles lleva más de medio año pregonando su propuesta de cambio, progreso y reconciliación nacional por los rincones más recónditos del país, pero ha sido desde el inicio de la campaña en julio cuando ha acelerado la marcha con la intención de dar tres veces la vuelta al país antes de los comicios del 7 de octubre.
En un solo día, el aspirante puede recorrer entre cinco y once pueblos, a veces, incluso, de distintos estados. Este fin de semana recorrió cinco municipios del estado Miranda que gobernó durante los últimos cuatro años combinando caminatas, saludos desde un camión o mítines.
"Este chamo no camina, trota", comentaba entre risas un vecino de mediana edad del pueblo de Yare que apenas podía seguir el paso del exgobernador y abogado de 40 años.
Tener tan cerca al hombre que aspira a ser el próximo presidente de Venezuela no es algo habitual y los vecinos de la región de Valles del Tuy se entregaron a Capriles, quien apenas podía avanzar entre la marabunta de seguidores.
"Es un hombre demasiado humanitario, se ve, no está montado en un carro como los demás sino que él camina, va casa por casa, visita a su gente, a los más humildes y no está con distinción de colores", dijo a Efe Margarita Herrera, ama de casa de 53 años.
Al ritmo de animadas canciones de campaña, esta vecina del pueblo de San Luis esperó pacientemente más de dos horas la llegada del candidato, incluso bajo una intensa lluvia que dejó a los varios cientos de presentes completamente empapados.
Una de ellas, Lisette García, maestra de 27 años, se sobresaltaba cada vez que un movimiento le hacía presagiar la llegada de su "querido" exgobernador, al que, confesó, ha seguido en distintas ocasiones tal y como lo probaba la camiseta y el bolso estampados con una foto en la que se la veía abrazada al líder opositor.
Le gustan sus valores, su juventud y la confianza que transmite pero admitió, además, que cuando lo ve "no pueden faltar abrazos y besos". "Es super atractivo, por eso casi todas las mujeres nos volvemos locas", expresó a Efe.
El impacto que Capriles, que pasea por el país su soltería, causa en las mujeres es palpable en sus recorridos, donde las muchachas se le cuelgan del cuello o le mandan apasionados besos, en unos gestos que el joven opositor trata de corresponder cariñosamente.
"Flaco, voltea pa' que te enamores", se leía en una pancarta en uno de los discursos de formato breve de Capriles, que contrastan con las largas alocuciones de Chávez.
Así como el rojo en las concentraciones chavistas, el atuendo imprescindible para secundar una concentración opositora es, sin duda, "La Prohibida", nombre que se ha extendido para denominar a la gorra con los colores de la bandera venezolana que Capriles luce y reivindica especialmente desde que el Poder Electoral instó a sacársela por incumplir la normativa electoral.
Wilmer Hernández, vendedor ambulante de 35 años, asegura que desde la prohibición, la gorra se vende "cada vez más".
Enérgico, cercano y de discurso breve, Capriles pretende marcar distancias con Chávez, en el poder desde 1999 y que aspira a su tercera reelección consecutiva, de cara a la crucial cita electoral del 7 de octubre.