En el anterior artículo señalábamos la trascendencia de las elecciones de Octubre para la estabilidad democrática de Colombia, en síntesis, decíamos que en ella se juega el futuro de la democracia, y sustentábamos que es al Expresidente Uribe y al Centro Democrático a quienes les corresponde enarbolar la bandera de la defensa del sistema democrático colombiano. Hoy quiero insistir en esa idea, resaltando algunos puntos que me dan la convicción de que la libertad y hasta la soberanía nacional se están jugando en estas cruciales elecciones.
Es evidente que en Colombia se está implementando la cartilla del Foro de Sao Paulo para implantar un régimen del mal llamado “Socialismo del Siglo XXI”, que en realidad es un autoritarismo populista de izquierda, edulcorado con un sugestivo nombre.
El fin último de ese plan es instaurar en el poder a los narcoterroristas de las Farc. Para eso se está ejecutando la hoja de ruta chavista en Colombia: 1) exacerbación del descontento popular con las instituciones democráticas, 2) instauración de un Presidente de la Republica transitoria, los Kerenski tropicales, Caldera en Venezuela, Santos en Colombia, 3) creación de un outsider que funja de mesías (¿Petro, Montealgre, De la Calle?), 4) triunfo de ese mesías, 5) llamado a la Constituyente, 6) Por fraude electoral se elige una constituyente pro-régimen que elabora una Constitución “ pret-a-porter” del gobierno, 7) se instaura la dictadura. La variante colombiana, es que en los demás países del ALBA toda la izquierda ya formaba parte del sistema democrático, acá una buena parte son narcoterroristas, por lo tanto previamente se les debe incorporar al régimen con impunidad y elegibilidad. Ya el proceso de La Habana está haciendo ese trabajo.
Así como en Venezuela hubo prácticamente una idiota aclamación de Chávez por parte de los mismos que éste iba a destruir (empresarios, medios, partidos políticos, sindicalistas, intelectuales, etcétera), acá hay una pleitesía hacia la capitulación del gobierno ante los narcoterroristas de las Farc, quienes se encargarán de ahorcarlos con la misma cuerda que éstos le dieron, verbigracia Villegas y Restrepo pactando lo que les otorgará a las Farc el poder para la estatización de sus conglomerados, todo con la bendición del segundo grupo más rico de Colombia, el de Sarmiento Ángulo (el primero lo es precisamente las Farc) y en general de toda la casta empresarial colombiana.
Clave en ese plan de dominación totalitaria es el poder territorial, para ello el castrochavismo tiene en ejecución dos planes: 1 ) La cesión legal de los territorios hoy en poder de facto de las Farc a través de las zonas de reserva campesina, que no son sino enajenación de la soberanía de vastos territorios a las Farc, para que éstas impunemente hagan sus crímenes y ejerzan el narcotráfico, como se demuestra hoy en la adolorida región del Catatumbo; 2) Un megafraude electoral en vastos territorios de interés para el narcotráfico, especialmente en las regiones fronterizas.
Es lamentable que por complicidad ideológica (Polo, UP, Marcha Patriótica, Verdes, Progresistas) o por simple intereses crematísticos (Liberales, Conservadores, La U, Cambio Radical), todos los partidos políticos excepto el CD secunden a JMS en la capitulación ante las Farc. Es por ello que en el uribismo recae toda la responsabilidad ante la negligencia del resto del país de conformar un gran frente democrático que convenza a los colombianos de que las elecciones de Octubre son un plebiscito contra las Farc, y de prepararse para contener y/o denunciar el fraude electoral. Es una titánica tarea, pero si el Centro Democrático está advertido de lo que se viene, en guerra avisada no muere soldado. ¡Sí se puede, pues hay con qué enfrentar al narcoterrorismo y sus secuaces, sobre todo hay el inmenso apoyo de los colombianos a la causa democrática!
DC/ PHD Alberto López Núñez / @alopeznunez