La organización social del futuro, por Golfredo Dávila (@golfredodavila) 

La crisis que viven las organizaciones sociales en nuestro país no es nueva, ellas sufrieron un deterioro junto con la debacle de los partidos políticos y el agotamiento del modelo puntofijista. Hoy las cosas son peores, no sólo por el peso del control partidista o estatal, sino que la gente volcó su mirada a las tareas de sobrevivencia.

 

Para lograr un mejor futuro hay que corregir las fallas del pasado y el presente. El manejo de la renta petrolera hizo muy apetecible al Estado venezolano, que parió el nuevo riquismo y alimento el clientelismo en función del control social, a lo que se suma un vicio que se hizo cultura  política, y es que en el marco de la lucha por la hegemonía, los partidos políticos, convirtieron al movimiento sindical, gremial, estudiantil y vecinal, en sus apéndices. Se decía que el sector sindical colocaba presidentes, pero luego respondían a los intereses del empresariado. Actualmente todavía se asume la organización social como un trampolín para acceder a cargos públicos.

 

El control social no es exclusivo del régimen chavista, pero éste lo reforzó tomando preceptos del dictador fascista de Italia, Benito Mussolini “El pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo.” «Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.” Veamos la secuencia de sus acciones; 1- Toma de la UCV en marzo de 2001, para controlarla; 2- creación de los círculos bolivarianos y cerca de 200 mil cooperativas, ensayos fallidos; 3- luego se empeña en destruir el movimiento sindical y vecinal organizado, que ya venían en caída; 4- acentúa el plan de división y polarización de la sociedad, impone las misiones y los consejos comunales; 5- al saberse sin el control total, comienza a ejecutar la política de la derrotada reforma constitucional de 2007, y 6- remata con las leyes del poder popular aprobadas por la AN en 2010 y el impulso de la falacia del Estado comunal, para suprimir aún más la autonomía de las organizaciones sociales.

 

En consecuencia, hoy no hay intermediación entre el Estado y la sociedad, los asuntos de la participación se dirimen entre un Estado que controla todo, que orquesta la anarquía, que brinda protección e impunidad a grupos violentos y a mafias; mientras la disidencia que se hizo mayoría tiene que labrar entre ínfimos espacios en los medios de comunicación privados, la desarticulada resistencia en la calle que accionan partidos políticos y sociedad civil y el cobijo que brindan a diario las redes sociales, que sin los abusos, los insultos, la descalificación y la contra información, son un instrumento valioso de comunicación.

 

Ahora bien, la sociedad debe darse la organización que más convenga a sus intereses y necesidades, exponer un recetario de medidas es caer en el mismo error. Sólo abordamos acá algunos criterios básicos, teniendo como premisa el cambio de rumbo político del país: 1. Autonomía, amplitud e inclusión, son instancias de los ciudadanos que no son propiedad ni del Estado ni de los partidos políticos, cada quien en su espacio y en su rol, coordinan y articulan en función del interés nacional, a la vez que combaten las posturas hegemónicas; 2. Promover la cultura democrática mediante la cual la sociedad controla al Estado y no al revés como ha sido hasta ahora; 3. Orientar el uso adecuado de la tecnología, asumir las redes sociales como instrumentos alternos de organización y de lucha, sin dejar de acompañar a la gente. Estas son ideas para el diálogo social, a partir del cual podrán alcanzarse senderos de grandeza.

 

DC / Ing. Golfredo Dávila / Secretario General de Vanguardia Popular en el Zulia / @golfredodavila

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