Sin embargo, recientemente, y de acuerdo con datos aportados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), para febrero del presente año se encontraba en 7,6 de la Población Económicamente Activa (PEA), mientras que en enero de este año se encontraba en 9, 4%.
Ante las dudas, por tal aseveración del candidato oficialista, un equipo de Diario Contraste salió a la calle a consultar con una parte de los comerciantes informales, quienes se cuentan como personas empleadas, aunque no tengan ningún tipo de amparo.
Desde hace 15 años trabajo como vendedora en los quioscos de aceite de la circunvalación 1, no fue hasta el año pasado que pude poner mi negocio propio. Pero hace un año, un carro casi me atropella a mi hija, eso es parte de los riesgos que se corren aquí, dijo Duglenis Rodríguez.
Duglenis indicó que desde que tiene 12 años comenzó a trabajar en las ventas de aceite y el jugo de naranja que para ella siempre han existido, sin embargo en los dos últimos dos años han visto que la venta de agua de coco y jugo de caña se han incrementado.
La mujer soltera y con cuatro hijos que mantener, explicó que trabajó como obrera en una institución privada, pero se retiró porque no le alcanzaba para mantener a sus hijos.
Ganaba sueldo mínimo, pero no era suficiente, por eso regresé a la venta de aceite en la autopista, aunque tenía que trabajar de noche y eso me causaba estrés, refirió la comerciante, quién explicó que si antes no le alcanzaba el sueldo mínimo, ahora con la inflación menos.
Pero el caso de esta mujer no es el único, Guillermo Rodríguez, contó que al trabajó 17 años en una empresa metalúrgica, donde en un accidente laboral perdió un dedo.
Rodríguez quedó desempleado y siguió buscando, pero no consiguió algo mejor. Mi primo me ofreció trabajar aquí ayudándolo a atender el negocio y ya tengo seis años aquí.
Oswaldo Quintero, familiar de Rodríguez, y dueño del negocio, relató que desde hace 30 años tiene la venta de aceite a la orilla de la circunvalación 1. Cuando comencé trabajaba yo sólo, pero actualmente tengo tres empleados, es decir estoy generando empleo.
Los hermanos Carlos Mario y Carlos Armando Piñeres, ambos de nacionalidad colombiana, también hacen vida en las orillas de la transitada arteria vial marabina.
El primero de los hermanos llegó al país hace seis años, en su ciudad natal estudio comunicación social, y con título en mano se vino a probar suerte en Venezuela. Al llegar me di cuenta de que la profesión aquí no es bien pagada, por eso puse una venta de naranjas, me gano los cobres más fácil y no tengo jefe.
En el caso de Carlos Armando, quien llegó hace dos años a la ciudad, explicó que con ayuda de su hermano puso una venta de agua de coco. Piñeres es soldado del ejército colombiano (R), y se vino a buscar a su hermano, para hacerle compañía. Al llegar creyó que el negocio sería mientras encontraba trabajo en una empresa, pero desde que ve que tienen ingresos semanales por encima del sueldo mínimo, prefirió quedarse en el ramo del comercio informal. La desventaja es que si nos ocurre algo no podremos trabajar, pero tuvimos un accidente en una moto hace poco y así hacemos el trabajo, Carlos aun tenía las marcas del accidente en el pie izquierdo, en ese pie usaba una cotiza y en el otro un zapato cerrado.
El caso de Enrique Cubillán es otro de los que causa impresión, el hombre de más de 60 años y con un brazo lisiado por un accidente de tránsito, contó con tristeza, que hay temporadas en los que las ventas se mueven bien, pero igualmente hay días en los que se va en blanco.
Lo que más vendo son latones para aires, aunque en ocasiones pongo sillas de plástico, mesas y en Semana Santa incienso. Pero esta semana está dura, cuando no se vende nada nos vemos apretados.
Y es que según cifras oficiales del Instituto Nacional de estadísticas (INE), la informalidad se encuentra ubicada en un 40,9%.