El lugar, la misma iglesia de Sandringham, en Norfolk, donde ella fue bautizada en 1961. La fecha, apenas cuatro días después del que hubiera sido su 54 cumpleaños. Hasta el fotógrafo oficial, Mario Testino, el mismo que tomó sus últimos retratos oficiales poco antes de que muriera en París en 1997. Nada es casual en el bautizo de la princesa Carlota, de nueve semanas de edad, segunda hija de los duques de Cambridge, cuarta en la línea de sucesión al trono de Inglaterra. Todo lo que rodea a la ceremonia que se celebra esta tarde de domingo son guiños a la memoria de Diana de Gales, la madre del príncipe Guillermo.
Incluso se intuye su influencia en la decisión de permitir que la gente se congregue a las afueras de la iglesia y que inmortalice con sus propios móviles la primera aparición pública de Guillermo y Kate Middleton con sus dos hijos. Los servicios en la iglesia de María Magdalena de la finca de Sandringham, utilizada como casa de campo de los duques de Cambridge, suelen estar cerrados al público y a las cámaras, una restricción que solo se levanta el día de Navidad, que la familia celebra tradicionalmente en esta iglesia.
La familia ha llegado andando hasta la iglesia, saludando al numeroso público congregado en los márgenes del camino hacia el templo. Guillermo daba la mano al pequeño Jorge y Catalina empujaba el cochecito de Carlota en una imagen, la primera de los cuatro miembros juntos de la familia de los duques de Cambridge, que adornará la biografía el príncipe de Gales y en la que muchos han querido ver toda una declaración de intenciones.
Los duques de Cambridge, habitualmente muy protectores de su intimidad, han decidido esta vez permitir las cámaras en el exterior de la iglesia. Algo que no hicieron en el bautizo de Jorge, hermano mayor de Carlota, en la capilla real del palacio de St James en octubre de 2013. Todo, incluido la copa de champán que se ofrece al medio centenar de invitados, está rodeado de un ambiente relajado y de proximidad, en línea con el deseo de Guillermo, heredado también de su madre, de insuflar aire fresco a una institución tradicionalmente distante.
La decisión ha llevado a los medios británicos a hablar -en los casos más entusiastas- de Carlota como una nueva princesa del pueblo o -en los más moderados- del legado de una mujer, Diana Spencer, que se recordará no solo por el drama familiar y la posterior tragedia, sino por su acierto a la hora de humanizar y modernizar la monarquía británica.
Entre los invitados están los bisabuelos de Carlota, la reina Isabel II y el duque de Edimburgo. También su abuelo paterno, el príncipe Carlos, y su esposa Camila, duquesa de Cornualles. Por parte de la madre estarán los abuelos, Carole y Michael Middleton, y los tíos, Pippa y James.
El príncipe Enrique, hermano menor de Guillermo, no podrá ejercer de padrino -como tampoco pudo hacerlo en el bautizo de Jorge- pues se encuentra en un viaje de tres meses por África. Se elegirán seis padrinos, según fuentes de la familia real, uno menos que en el bautizo del hermano mayor de Carlota.
DC – El País