Ha pero no puede faltar la gama de vendedores que circulan durante el viaje.
¡Lento más lento y paraó! y es que comienza a parar en cada puente de la Circunvalación 1, subiendo pasajeros.
Mientras que en el interior de esta casa rodante, las personas se sientan si hay puesto; si no van parados, durmiendo, leyendo o escuchando la rocola que no puede faltar porque entre más duro suene mejor es la cosa.
Algo que parece increíble aún hay personas que no les da miedo sacar su teléfono para darle una revisaita.
Nelson Hernández, chofer de esta unidad de trasporte público, tiene tres años haciendo la ruta y gracias a Dios no le ha pasado nada, todo lo contrario goza un puyero con cada loco que se sube y se baja.
Agrega que todos los días se encomienda y a echar volante.
El pasillo de esté autobús se convierte en el escenario de muchos protagonistas, cada uno con su historia pero que se unen, al compartir ese momento.