Marcelo G., de 46 años, practicó la operación en la clínica donde pasaba consulta a los animales, situada en la Avenida García Lorca de Benijófar. Cuando terminó la trágica cirugía, en vez de llamar a los servicios de urgencias, regresó a su casa con el cadáver descuartizado y se fue a la empresa que habitualmente incinera a los animales. La empresa no se preocupó de mirar el contenido de las bolsas porque confiaba en el veterinario.
Los hechos ocurrieron el pasado 28 de marzo. Durante una semana el veterinario ha intentado llevar una vida normal a pesar de que sus hijos no paraban de preguntar por el paradero de su madre. Al final, el pasado viernes decidió entregarse a la Guardia Civil.
La Policía Judicial está investigando los hechos porque el veterinario, en una primera versión, aseguró que había encontrado a su esposa ya muerta porque había ingerido medicamentos. Dijo que la muerte se habría producido por la ingesta masiva de unos fármacos que se hallaban en el establecimiento, y que él había intentado reanimarla.
Antes las distintas versiones, los agentes de la Guardia Civil procedieron a la detención del hombre y están llevando a cabo registros en la clínica y su domicilio. El detenido se encuentra en prisión preventiva mientras investigan si fue una muerte premeditada.
DC/ lomas.excite.es