Para América Bullones y Raúl Javier, sus padres, así como para Irma Bullones de Ortega y Fredy Ortega, sus tíos, como también para la familia duaqueña en general, lo ocurrido con José Gregorio Javier Bullones, el estudiante universitario muerto en extrañas circunstancias en Aruba, amerita una investigación.
«Mi hijo era un buen muchacho, buen hijo, buen estudiante, solidario quien lo necesitaba, católico, amoroso, un buen hijo”, expresa América Bullones, sin poder contener que unas lágrimas corrieran por sus mejillas.
«Dame muchas bendiciones, mamá”, le habría dicho el día que partió hacia el fatal viaje donde descansaría pocos días para regresar con más fuerza a sus estudios de ingeniería que confiaba culminar el próximo año.
«Cuando venga seguimos hablando de nuestros proyectos, que se van a dar”, también le dijo cariñosamente.
Ella lo recuerda como un muchacho conversador, que se ilusionaba a hablar de sus planes, con ella, con su padre, con su tía Irma y con su novia Carolina Becerra, su amor de unos cuantos años.
«Su muerte me tiene el corazón partido, sobre todo por lo extraño que ha ocurrido alrededor de ella”.
Le parece extraño que si la muerte de «Josegre” o «Jose”, como le decían, ocurrió el domingo, a ellos se lo notificaron el miércoles.
«El quedó en llamarme el domingo; me quedé esperando su llamada”, dice.
Luego de lo acontecido en Aruba, su preocupación era que no le enviaran el cadáver para darle sepultura en Duaca, pues tenían prisa en cremarlo y no descarta que se exija una investigación para esclarecer lo que en veredad ocurrió, «porque mi hijo no se suicidó, no tenía razones para hacerlo”. Recomienda no viajar a Aruba.
DC\IMP