A Sheylan Mabel Cárdenas, una ingeniera biomédica de 28 años, aún le supura la herida de una cesárea a la que fue sometida hace dos semanas en un hospital en el noroeste de Bogotá.
Cárdenas, quien escapó en febrero de una misión médica en Venezuela junto con su esposo, el dentista Jorge Yanes, es una de varios cubanos profesionales de la salud que se encuentran varados en Colombia sin recursos para acceder a tratamientos clínicos adecuados.
“No me quejo mucho porque la cesárea me la hicieron gratis”, dijo Cárdenas mientras amamantaba a su hijo Ethan, quien nació el 4 de agosto en el Hospital Suba, una institución pública. “Le expliqué a una asistenta social [del hospital] que era cubana, que estaba de paso y que no tenía dinero para ir a una clínica privada [ …] felizmente me atendieron y nació mi hijo, pero me dejaron así”.
Centenares de médicos cubanos permanecen varados en Bogotá, viviendo en condiciones de hacinamiento, en habitaciones que, como ocurre en el caso de Cárdenas, rentan de manera colectiva a la espera de ser aceptados en un programa de visas especiales de Estados Unidos. El programa, llamado Cuban Medical Professional Parole,fue creado por el Departamento de Estado en el 2006 para acoger a los profesionales médicos cubanos que lograran escapar de las misiones internacionalistas organizadas por La Habana.
La mayoría de estos profesionales cubanos desertaron de misiones en Venezuela y cruzaron clandestinamente la frontera con Colombia para tramitar la visa estadounidense mediante un proceso que solía tardar un máximo de tres meses. Sin embargo, las gestiones se han dilatado más de lo que muchos esperaban, y decenas de médicos llevan más de seis meses sin recibir respuesta de la Embajada de Estados Unidos.
DC\ENH