La «Plus Size Fashion Weekend» es una feria de moda al estilo de las tradicionales pasarelas y con presencia de marcas, pero con una visión incluyente, pues nace con la idea de impulsar en Colombia la industria de tallas grandes para aquellos eternamente señalados por sufrir sobrepeso.
«Ama tus curvas» es el lema que está detrás de esta iniciativa que se celebró este fin de semana en Bogotá con la presencia de 15 marcas de ropa, seis pasarelas y una jornada de charlas, algo inédito en Colombia, reseñó Efe.
«Es un evento con mucha novedad porque las tallas grandes en Colombia se han visto un poco relegadas de la moda porque no hay opciones para que ellas compren», explica a Efe la directora de la feria, Ana María Angulo, quien no dudó en desfilar por las pasarelas con la mejor de sus sonrisas, sin complejos.
En estos dos días de feria, más que exhibir las últimas colecciones lo que se ha intentado es infundir amor propio al cuerpo de cada uno por medio de un discurso alejado de la tiranía del 90-60-90 que tantas ilusiones ha roto entre muchas jóvenes.
Anggy Díaz, de 27 años, es una modelo de tallas grandes. Nació en la ciudad de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, pero desarrolla su actividad en Medellín, considerada la capital colombiana de la moda, reseñó Efe.
Muchas han sido las «lloraderas» de Anggy hasta cumplir su máxima aspiración: ser modelo y crear su propia marca de ropa, AnK-D, de pantaloncitos calientes, nombre con el que se denomina en Colombia a los «shorts».
La cucuteña empezó a tener problemas de sobrepeso a los 14 años, una etapa en la que los sueños están a flor de piel y el suyo era desfilar, pero las puertas se cerraron al exigirle medidas imposibles para su morfología.
«Entré en depresión, tuve mucha tristeza al ser juzgada porque yo quería trabajar como una persona normal, pero me decían que mi imagen y mi sobrepeso afectaba a la imagen corporativa de la empresa», recuerda.
En Medellín le preguntaron en un proceso de selección que dónde estaba la modelo y en unos grandes almacenes le recomendaron que no se probara determinadas prendas.
«La vendedora me dijo: ‘Eso no te queda, lo vas a romper'», detalla con precisión.
Como conseguir un pantalón de la talla 20-22 (54-56 para el mercado europeo) suponía un «auténtico desafío», decidió crearlos ella misma con el fin de dejar atrás los desprecios de una industria que hace que haya que modificar el cuerpo.
En su tienda todas las prendas tienen la talla por fuera «no para que lo etiqueten a uno, sino para crear un sentimiento de orgullo», expresa.
Paralelamente a su carrera como empresaria y modelo, Anggy también ha puesto en marcha un laboratorio emocional, llamado «Perfectamente natural», donde ayuda a mujeres y hombres a superar problemas de autoestima relacionados con el aspecto físico.
«Yo digo que en estos momentos me siento muy orgullosa de pesar mis 105 kilos», asegura, aunque se ha marcado como objetivo bajar hasta los 80 y mantenerse así como un modelo de tallas grandes.
Anggy se ducha con agua fría, como hacía su «abuelita», su alimentación lleva «poca dulcera» y como mínimo saca dos días a la semana para subir a pie el Cerro de las Tres Cruces, ubicado en Medellín.
La modelo desfiló con la seguridad de una Miss Universo en varias pasarelas, las cuales concentraron una gama amplia de estilos: biquinis, ropa interior, prendas urbanas, trajes ejecutivos, vestidos de noche y también de novia.
Todo en tallas grandes como la lencería que oferta la empresa «Bubbys» con sujetadores que abarcan desde la 32 hasta la 50 (70-115 en el mercado europeo) y copas que van hasta la letra Z; o la llamativa ropa de JO Plus, que rompe con el esquema de usar determinados colores para verse más delgadas.
La diseñadora de esta casa, Jolie Benítez, decidió hace cuatro años confeccionar en tallas grandes porque tampoco encontraba ropa para ella, con un estilo más colorista.
«La moda a veces es muy frívola y solo se encarga de discriminar, pero con estos movimientos de tallas grandes lo que hacemos es que la gente se dé cuenta de que hay otro tipo de belleza», afirma con rotundidad.
DC/EFE