Nunca imaginó Ambrosio Alfinger en 1529 que cuando fundo a Maracaibo hace 486 años. Ponía Luz y Figura a una manera de ser. De pensar. De actuar. De amar y de vivir. Se había creado una versión espiritual homogénea. De sentir común y regional. De colectivistas y madrugadores. De principios y de familia. De núcleo. De trabajo, de rectitud y sensatez y sobre todo, de propósitos.
No es exageración ni fanatismo. Pero, la esencia del hogar del marabino es legítima y reconocida. Su sustancia más fuerte está constituida por el reconocimiento pleno a sus madres y a sus abuelas. El respeto por la madre mayor llegó a tanto que – por decir algo- yernos vivían mejor y más tranquilos con su suegra que con su esposa. Así, las esposas disfrutaban de esa relación de equidad y se aprovechaban de esa circunstancia para ayudar a la armonía familiar y cristiana y superar los problemas matrimoniales.
De este modo esas cercanías tan llenas de cariño, respeto y calidez le servía a todos y esas acciones eran recomendadas y vigiladas por la abuela materna o paterna. Pero, siempre la abuela como dueña y señora del calor de sus hijos y nietos y de la confianza natural de yernos y yernas.
Entonces, dentro de esos 486 años de vida. LA ciudad de Maracaibo no solo es, sino, se ha ganado el puesto de la segunda Capital en importancia dentro de la República. Su territorio zuliano de 63 mil 50 km cuadrados de superficie. Sus cuencas hidrográficas. Su rendimiento agrícola, frutícola y pecuario. Sus montañas ricas en aguas y minerales. Las hacen las zonas más productoras y de alta productividad en la Nación. Por otro lado, sus gentes enamoradas de su suelo, de su Chiquinquirá, de su Patria Chica y de sus facilidades de trabajo; le han puesto en la mejor escala a su desarrollo y, el fecundo amor –por su terruño- que solo un maracucho sabe evaluar y dar. Bien lo dice la gaita: Maracaibo ha dado tanto/ que debiera de tener/ carreteras a granel/ con morocotas de canto.
Mas, para más suerte de Ambrosio. La naturaleza le agregó un gran legado “El Relámpago del Catatumbo”, que aparece en el escudo del Estado. Único en el mundo y su Rayo de Luz que alumbra la noche zuliana y que anuncia al visitante por aire, tierra o mar su llegada – deseable – a la ciudad de Maracaibo.
Ahora bien, éstos resultados fueron estupendos en las primeras décadas. Pero, no todo, se ha conservado. En efecto, hemos recibido una penetración de distintas índoles, factores y colores, que han hecho alejar algunas costumbres sociales y familiares que en sus ocasiones, nos ganaron la pelea. Por ello, debemos regresar a nuestra ideas originales y retomar el control de hijos, nietos, yernos y yernas volviendo a apoderar a las Abuelas y revivir a aquellos hermosos episodios de amor que formamos , acariciamos y vivimos, los penúltimos 50 años porque: ¡ Las Abuelas sustitutivas de hoy, quieren más, pero, mandan menos!
DC / Luis Acosta / Articulista /Ex Sec. Gral. Edo. Sucre