Presa del escándalo de los motores trucados, el grupo Volkswagen, con un nuevo presidente ejecutivo a la cabeza, continúa en la cuerda floja con la prohibición de la venta de sus modelos diésel en varios países. Designado el viernes para suceder a Martin Winterkorn, Matthias Müeller, de 62 años, estaba desde 2010 al frente del fabricante de vehículos de lujo Porsche.
Müeller prometió arrojar luz sobre el caso que hizo perder decenas de miles de millones de euros en la bolsa al grupo, una amenaza para la reputación de la industria alemana que podría tener consecuencias en la economía de Alemania, muy enfocada a la exportación.
En Estados Unidos, donde estalló el escándalo hace una semana, las autoridades prohibieron la venta de modelos diésel Volkswagen 2016.
Además, el país reforzará los controles de todos los vehículos diésel de todas las marcas. Por su parte, Suiza anunció que suspendió la venta de nuevos modelos diésel potencialmente equipados con motores trucados, mientras que Francia realizará controles aleatorios en vehículos diésel a partir de la próxima semana.
La UE instó a todos los países europeos a realizar controles. También India y México anunciaron el viernes su intención de examinar los vehículos Volkswagen vendidos en su territorio. Por otro lado se están produciendo cambios en el accionariado del gigante alemán. El holding Porsche SE, accionista mayoritario de Volkswagen, anunció ayer la compra del 1.5% del capital de VW a Suzuki. Este holding, independiente de la marca Porsche -una de las doce marcas que poseen Volkswagen-, dijo que la adquisición es una ‘muestra de fe’ hacia Volkswagen. La salida del constructor japonés del capital se esperaba desde hace tiempo, pues las relaciones entre ambos grupos no eran buenas.
Pero el anuncio, en plena tormenta, es un nuevo desafío para los accionistas de Volkswagen, cuyo título perdió el 34% del valor esta semana, provocando la pérdida de más de 20,000 millones de euros de capitalización bursátil. El 9 de noviembre se celebrará en Berlín una asamblea extraordinaria de accionistas que se prevé complicada.
El viernes, el jefe del consejo de vigilancia, Berthold Huber, reconoció que el caso constituía ‘un desastre moral y político’ para la firma.
Bernd Osterloh, presidente del comité de empresa y miembro del consejo de vigilancia, dijo que el engaño era obra de ‘un pequeño grupo de personas’ que causó un ‘enorme perjuicio’ a Volkswagen, justo cuando el grupo alemán acababa de desbancar al japonés Toyota como número uno mundial de ventas.
En una entrevista que aparecerá este domingo en el diario alemán FAZ , el presidente de Daimler, Dieter Zetsche, afirma que su grupo no está afectado por los controles anticontaminación manipulados y expresa su ‘compasión’ hacia Martin Winterkorn, que sigue al frente de Porsch aun con su dimitsión el miércoles a VW, dejó el puesto afirmando que no sabía nada del software implantado en los motores diésel de unos 11 millones de vehículos en el mundo, destinado a falsear los resultados de los controles anticontaminación.
De estos, 2,8 millones están en circulación en Alemania, según el ministro alemán de Transportes. El grupo explicó que 5 millones de automóviles Volkswagen (Golf de 6ª generación, Passat de 7ª generación, y Tiguan) están implicados en todo el mundo.
A partir de ahora, Müeller tendrá que gestionar las consecuencias comerciales y judiciales del escándalo. Volkswagen ya ha reservado 6,500 millones de euros para el asunto, aunque sólo en Estados Unidos podría tener que pagar una multa de 18,000 millones de dólares (16,000 millones de euros). Müeller también deberá actualizar la estrategia de 10 millones de vehículos vendidos en el 2014.