Del apellido Boulton a las trincheras de la subversión, Roland Denis se fraguó un espacio dentro del chavismo. Con pulso algunas veces tildado de “extremaizquierda”, esta “oveja negra” de la aristocrática familia Boulton decidió desde joven su preferencia por un tipo de revolución. Desde “Desobediencia” (organización a la que perteneció en su época universitaria), con el tiempo terminó convertido en el viceministro de Planificación de Hugo Chávez, justamente el año más duro para la llamada “revolución”, el 2002.
“Adiós al chavismo” ha dicho Denis Boulton en un escrito colgado por el portal Aporrea, que “desde hace mucho tiempo ha debido hacerse”, según afirma en la luctuosa despedida. Para el investigador, su escrito es el resultado de una “revolución” que entró “en su senda perdida; la premonición de un gran fracaso que se revienta ante nuestros ojos”, y que en su caso lo pudo percibir “desde muy temprano”.
Inmediatamente, las respuestas de los chavistas se desataron en las redes sociales y portales identificados hasta ahora con el chavismo. Un artículo publicado también en Aporrea intentó responder a Denis. Juan Veroes asegura que no hay “nada más fuerte para mi estabilidad psíquica que ese ‘adiós al chavismo’”.
En otro escrito del mismo portal, Noel Peralta Barreto califica a Denis de “autoexcecrado” y asegura que ese tipo de escritos “solo benefician al único y verdadero enemigo de clase, a las oligarquías y sus servidores”. Contrario a esta acusación, José Juan Requena en el mismo portal defiende a Denis diciendo: “Me sentí igualito hoy a como tú te sientes”.
El ahora exchavista asegura, bajo una dura reflexión, que Venezuela ha perdido el “camino revolucionario” y ha quedado “sujeta al mando de quienes jamás entendieron lo que es un paso a favor de la alegría colectiva, ni tampoco les interesó en lo más mínimo”. Advierte que “cuando no hay visión de nación, no hay colectividades profundamente morales y mucho menos de una nación que propone al mundo una vida radicalmente distinta a la que nos impuso el devastador capitalismo”.
Sin embargo, aún en defensa del chavismo que fue, Denis lo describe como una “apuesta subversiva que supo en su momento recoger todas las fuerzas que quedaron pendientes luego de los grandes fracasos de las izquierdas armadas y reformistas” que en medio de “una jugada con seres gansteriles” obligó al “caudillo” a ser caudillo, y lanza una crítica al mismísimo Chávez, ya fallecido: “Si hay un legado de Chávez realmente oscuro es el no haberse sacado de encima el caudillo que lo obligaron a ser para convertirse en el dirigente con disposición de utilizar el mando del Estado en contra del sustrato gansteril que lo acompañó en su fase conspirativa y posteriormente democrática”.
La autocrítica generalmente tiene un sabor amargo para quien la hace. Para Denis, es incomprensible que Chávez haya dejado en manos de esos a quienes califica de bandas gansteriles, todo el poder de la “revolución”. Se interroga: “¿Es que las estructuras burocráticas de Estado son tan inmensamente poderosas que aún frente a la evidencia de la muerte se imponen? Aquí hay algo que no entiendo, es un fondo metafísico desconocido o simplemente alguna información que me falta, ¿o será que soy un imbécil?”
Una definición destaca en el escrito de despedida del exviceministro, quien señala a una cúpula militar que tiene el poder bajo el “orden mediático que controlan”.
No se conforma con la tristeza, e invierte la rabia que le genera en hacer una especie de último llamado, en el que invita a “comunidades, comunas, ordenes de control obrero decaídos, sin posibilidad alguna de unificarse para despedazar esta infernal burla” a que den “más tarde quizás (…) los pasos de unión”.
“El ‘adiós al chavismo’ -sigue el escrito- es el adiós a un extraordinario sueño que frente a nuestras caras se nos convirtió en una pesadilla, en una especie de maldición a la cual todas las tendencias que se dicen revolucionarias día a día le proponen una salida; unas más principistas, otras más pragmáticas, otras valientemente se despegan del comando político oficial. Pero así mismo, todos los días esto va perdiendo más y más sentido, ya que el chavismo dejó de tenerlo, siendo inútil proponerle salidas cuando su esencia quedó totalmente ahogada en el fichaje gansteril que gobierna el gobierno, gobierna sus bases, gobierna el saqueo monumental que han generado”.
Para Roland Denis el chavismo “ya llegó su fin, ya llegó el adiós que millones le estamos dando”, y “al irse finalmente al carajo, nos deja todo por hacer, vivitas las utopías de quien no acepta morir entre afiches y propagandas; la nada nos forzará a la creación”.
Finalmente, el exchavista libera la fuerza semántica de su despedida. “Váyanse al coño de lo que sea grandísmos farsantes, ladrones, mentirosos, traidores, que el pueblo venezolano y nuestramericano pide paso, y si no se lo dan será de nuevo con su sangre que sabrá dárselo, ¡no hay pueblo vencido!”.
DC | Efecto Cocuyo