Has sido superfiel a tu dieta, has perdido mucho peso al principio, pero luego te has estancado yno consigues bajar los 2 ó 3 kilos que todavía te sobran. «¿Por qué me pasa esto?», te preguntas. Estas son 3 posibles razones:
Si has sumado el ejercicio a la dieta (¡felicidades si es tu caso!) puedes estar perdiendo grasa y ganando músculo, un efecto fantástico que no sólo redefine tu silueta, sino que supone menos riesgos para tu salud y te hace quemar más calorías incluso en reposo.
Como el músculo pesa más que la grasa, puede que no veas la diferencia en la balanza de momento, pero desde luego la vas a ver en la ropa. ¡¡Tú solo mídete la cintura y verás la grasa abdominal que has perdido!!
La proteína ayuda a perder peso por un par de razones. Por un lado, estimula el metabolismo y, por otro, influye en las hormonas que controlan tu apetito (como la ghrelina), lo que te evita caer en tentaciones de snacks y dulces y puede ahorrarte cientos de calorías al día.
El desayuno es el momento ideal para tomar proteína. Huevos y tortillas, pavo o jamón, bonito o salmón, yogures y quesos frescos, tofu y tempeh… son ricos en proteína. No lo dudes y empieza mañana mismo: varios estudios han visto que las personas que toman proteína en el desayuno tienen menos hambre y más energía durante el resto del día.
Lo malo de las dietas estrictas es que, al cabo de un tiempo, disparan el riesgo de atracones. Aunque mucha gente cree que los alimentos catalogados como saludables -frutas, verduras, frutos secos, yogures light, cereales integrales, chocolate negro…- no engordan o apenas lo hacen, la pura realidad es que todo lo que comemos suma calorías. ¿La solución?
Pasarte a una dieta menos drástica, consensuada con tu médico o tu nutricionista (para que tenga en cuenta tus gustos y preferencias). Perderás peso más despacio, pero con más probabilidades de éxito a la larga. ¡Piensa que un solo episodio de atracón puede arruinar toda una semana de grandes esfuerzos!
DC|MH