Inicia la efervescencia de la campaña electoral, las promesas demagógicas están a la orden del día, ya hay candidatos que han desplegados vallas asomando su candidatura a la gobernación, aunque estas elecciones son el próximo año, como también se escuchan nombres para las alcaldías y hasta presidenciables, cuando aún falta mucho camino por recorrer, finalmente lo que sobran son aspirantes, aunque todo dependerá de la elección a la Asamblea Nacional y como queden acomodadas las fuerzas políticas del país, lo cual inclinará el peso de balanza en todos los territorios según la representación parlamentaria.
Durante los últimos años, la polarización en Venezuela ha conllevado que los ciudadanos piensen de manera más emocional en su decisión de elegir a sus gobernantes, asunto que determina la realidad de los malos gobiernos, se ha votado por rechazo, por revanchismo, por concepticos de moda, pero muy poco con discernimiento y responsabilidad de elegir a candidatos que realmente tengan el conocimiento y preparación para desarrollar una verdadera gestión de gobierno, que sigan un plan estratégico, a ser desarrollado con metas claras y objetivos concretos, que la noción de gerencia para administrar los recursos escasos y establecer las prioridades le permitan presentar indicadores de gestión positivos y los resultados sean su bandera de gobierno, evitando entonces elegir políticos que no cesan de hacer campañas para aspirar a otros cargos, cuando ni siquiera han culminado el que fue electo.
En un artículo del periodista español Francisco Rubiales, titulado “Los Malos Políticos”, el autor cita “El mayor problema del mundo es el mal gobierno. Comparado con los demás problemas, el del pésimo liderazgo es el más dañino y destructivo del planeta. Nadie entiende cómo los ciudadanos se han dejado dominar por esa indigna ralea de políticos que, con su egoísmo, torpeza, arrogancia y vicios, están conduciendo al mundo hacia el sufrimiento y la destrucción. Los ciudadanos deberían ser muy exigentes con sus líderes, a los que entregan nada menos que el poder de decidir por los demás, deberían pedirles estudios superiores, certificados de limpieza penal y someterlos a todo tipo de pruebas, incluyendo controles antidroga y fe de valores humanos y de bondad, pero en lugar de eso permiten que incapaces, depredadores, ladrones y verdaderos delincuentes dirijan, en su nombre, los destinos del mundo”.
Ciertamente esta aseveración no deja de ser una gran realidad en nuestro país, ya la corrupción y el mal gobierno es un asunto tan común como el sicariato, como el secuestro, como el robo de vehículos, o como cualquier evento particular que llena las paginas amarrillas de los periódicos locales, como diría el profesor Pacho Parraga “hemos perdido la capacidad de asombro”, los malos políticos se han adueñado de lo público y los ciudadanos lo hemos permitido. En palabras de Rubiales “los malos políticos son más dañinos que los delincuentes y que los asesinos porque, al poseer un poder inmenso y al controlar los grandes recursos del Estado, incluyendo las leyes, el dinero público y las armas, causan injusticia, dolor y todo tipo de estragos, y raramente caen presos”.
Lo que está pasando, deja de asombrar a los ciudadanos, ya la gente dice ¿qué más nos puede pasar?, la conformidad, la aceptación, el creer que no hay nada que hacer, el aspirar buscar otros horizontes, o simplemente ignorar la realidad existentes pareciera ser la conducta a seguir, aunque son muchos quienes desde distintos escenarios y trincheras alzamos la voz y tratamos de conseguir a nuestros iguales para enfrentar con indignación tal situación que frustra los sueños, el futuro y la esperanza de quienes aspiramos un mejor país.
Los ciudadanos estamos llamados a elegir más que buenos políticos, excelentes gobernantes, más que buenos candidatos, mejores servidores públicos, gerentes públicos, con trayectoria intachable, comprometidos con la causa social, lideres integrales que presente con trasparencia y viabilidad un plan certero para dar respuestas a las principales demandas ciudadanas, gobernantes que asuman el compromiso de gobernar con inclusión, incorporando a los mejores sin pedirle de entrada una filiación partidista, mucho daño ya ha hecho la partidocracia en nuestro país, mucho más daño han hecho los malos políticos.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo- Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia