La explosión de un laboratorio oftalmológico en San Luis, barrio residencial de la localidad de Teusaquillo de Bogotá, con un saldo de 27 heridos, este lunes a las 11:40 de la mañana, puso otra vez sobre la mesa el debate sobre el riesgo que representan fábricas y negocios que manipulan productos peligrosos en zonas residenciales.
“Encontramos un rotulado de óxido de etileno, pero no sabemos si eso fue lo que causó la explosión”, dijo Jorge Arturo Lemus, comandante del Cuerpo de Bomberos, quien señaló que hay que esperar los resultados de la investigación, en la que participa el Cuerpo Técnico de Investigaciones de la Fiscalía.
La alcaldía de Teusaquillo tampoco había confirmado si en sus registros oficiales hay querellas contra este negocio y algunos vecinos manifestaron que, por ser un local oftalmológico, no se imaginaban que en el lugar se manipulaban sustancias peligrosas.
Lo cierto es que la explosión fue tan fuerte que hizo colapsar la casa donde funcionaba el laboratorio Opharm Ltda., en la calle 58 n.° 21-34, y dos viviendas aledañas, y causó la ruptura de vidrios en al menos 96 viviendas ubicadas dos cuadras a la redonda.
“La vivienda donde sucedió la explosión quedó tan averiada, que el segundo piso colapsó. Los ingenieros estructurales están mirando si hay necesidad o no de demolerla”, informó Lemus.
Tres carros particulares y dos motocicletas estacionadas en el lugar también resultaron destruidos. De las personas valoradas por los organismos de socorro, nueve tuvieron que ser llevadas a hospitales, una de ellas, un vigilante, con heridas de gravedad.
Los residentes del barrio San Luis contaron que escucharon tres explosiones en serie que sacudieron el sector. “Cuando salí a corroborar de dónde provenía el estruendo, vi que la fábrica de productos farmacéuticos estaba en llamas”, afirmó Libardo Morales, miembro del comité de seguridad del barrio.
A los vecinos no solo los sorprendió el estallido, sino la lluvia de vidrios que vino a continuación desde los edificios vecinos, golpeados por la onda explosiva. Algunos, incluso, relataron a la Policía que escucharon tres impactos en serie. “Todo se cayó. Queda uno aturdido”, relató una vecina que a esa hora barría su vivienda. Su hijo recibió algunas esquirlas, pero no requirió hospitalización.
“Yo venía de hacer unas compras, íbamos pasando con la moto cuando escuchamos la primera explosión y vimos que un carro se prendió en llamas”, narró Magda Evelyn Rodríguez, que vio a un conductor escapar de un vehículo que se incendió.
Las fallas del control
Para Benjamín Sánchez, presidente del Consejo Directivo de la Lonja de Propiedad Raíz de Bogotá, lo que está fallando en la ciudad es el control que deben ejercer las alcaldías locales sobre el uso del suelo y el cumplimiento de los requisitos de las licencias.
“Puntualmente, sobre este establecimiento no tenemos confirmación de que hubiera quejas, pero en el sector sí es común y cotidiano que empresas vengan a buscar estas grandes casas que fueron de gente pudiente para poner oficinas o depósitos”, informó el alcalde de Teusaquillo, Iván Fresneda Pereira.
Según el funcionario, de todas formas el hecho de que el San Luis sea un barrio residencial no implica que no puedan funcionar cierto tipo de negocios, porque si llegaron antes de que se expidieran las normas podrían seguir operando, de acuerdo con la ley.
“Hay que revisar manzana a manzana, predio a predio, porque pueden existir factores que los habiliten a funcionar, así todo el entorno sea residencial”, afirmó el alcalde, que hasta el cierre de esta edición no había revisado sus archivos para verificar si existe alguna querella.
En su concepto, el mayor problema que enfrentan los alcaldes locales para ejercer el control que exige la ley sobre el uso del suelo y el tipo de negocios que funcionan en los barrios es que la ley permite que empiecen a operar y que después adjunten los documentos que obliga la ley. “De ahí en adelante, es un calvario demostrar si cumplen o no”, afirmó.
DC|ET