Reid Ewing no para de hacer confesiones. Si hace una semana uno de los actores de Modern Family revelaba en un mensaje en elHuffington Post que sufre un trastorno dismórfico corporal; es decir, una obsesión compulsiva y desproporcionada por algún defecto físico, ahora ha reconocido públicamente que es gay.
El álter ego de Dylan, el novio guapo de Haley en la serie, publicó un mensaje en su cuenta de Twitter (con algo más de 7.200 seguidores) en el que expresa su admiración física hacia Eugene Bata, un chico que participó en el programa Good Morning America durante un segmento en el que se hablaba de dismorfia corporal.
“Vi a Eugene Bata en @GMA es un segmento sobre la dismorfia corporal el cual estaba conectado a mi artículo y solo quiero decir que es muy atractivo”. Solo segundos después, un seguidor le preguntó si con ese mensaje confesaba su homosexualidad, a lo que él respondió: “Nunca dije que no lo era”.
La revelación provocó un sinfín de mensajes y bromas que terminaron fastidiando al intérprete de 27 años. “Escribes un artículo sobre la cirugía estética, y a la gente le importa más si eres gay”, se lamentó en otro mensaje.
Con su carta abierta -en la que también confesaba ser adicto a la cirugía plástica- el artista pretendía hacer conciencia sobre esta enfermedad, que en sus palabras “es un problema que rara vez se toma en serio debido a la vergüenza social que produce”. Esta condición le ha llevado a someterse a diversas operaciones estéticas desde 2008, cuando entonces tenía 19 años, y le ha convertido en adicto a la cirugía plástica. Su trastorno continuó hasta 2012, cuando no pudo soportar más presión y su baja autoestima y recurrió a doctores especializados para tratar su trastorno y obsesión. «Antes de cambiar tu cara, fíjate si lo que debe transformarse es tu mente», reconoció Ewing.
El intérprete, confesó que cuando llegó a Los Ángeles (EE UU) para empezar su carrera en Hollywood apenas tenía amigos y se dedicaba a hacerse cientos de fotos en su casa, en las que se encontraba demasiados defectos físicos. «Creí que si comenzaba a operarme, pronto me parecería a Brad Pitt», aseguró.
El actor contó que su primera intervención fue un «gran» implante de mejillas, sin embargo, la experiencia resultó dolorosa: «Me desperté gritando de dolor, me caían las lágrimas por la cara. No podía hacer otra cosa que gritar mientras el doctor y su equipo trataban de contenerme entre risas», explica. La recuperación tampoco fue fácil ya que tuvo que llevar una máscara facial durante dos semanas y, tras perderse paseando por un sendero del Parque nacional de Árboles de Josué(California), llegó a una gasolinera de noche y el trabajador se asustó tanto al verle que llamó a la policía. El resultado final no fue de su agrado así que se siguió somentiendo a cirugías, hasta que se dio cuenta que no era capaz de mover él mismo la pieza de silicona bajo su piel.
Unas experiencias que ahora ha contado públicamente para concienciar a la gente sobre los peligros de la cirugía plástica.
DC|ElPaís