Cada 4 de diciembre se conmemora el día de la virgen y mártir cristiana del siglo III, Santa Bárbara.
La historia de esta religiosa marca su nacimiento, según la tradición, nació en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, es hija del sátrapa rey Dióscoro, quien la encerró en una torre.
Se presume que el motivo por el cual su progenitor la encerró eran para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, y también para evitar el proselitismo cristiano.
Mientras su padre estaba ausente, Bárbara se convirtió al cristianismo, y mandó a construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad, pero su padre no le gustó la noticia y quiso matarla.
Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrentó a su destino: atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego dictaron la pena capital por decapitación, deseo que cumplió su padre en la cima de la montaña.
Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo, y especialmente de los militares que pertenecen al arma de artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países musulmanes.
En las cuencas mineras asturianas le dedican un himno llamado Santa Bárbara bendita, por ser patrona de los mineros. Es la patrona de los electricistas, feriantes y fundidores. Es clásico el patronazgo que ejerce de los canteros. Por ello en alguna iconografía aparece su figura junto a bloques de piedra, conocida como santa de la lluvia desde ese momento.
DC|Agencias