El presidente de Argentina, Mauricio Macri, anunció este lunes la eliminación de impuestos a las exportaciones agrícolas y una gran rebaja a la soja, el oro verde de este país conocido como uno de los graneros del mundo, con el fin de aumentar las reservas del Banco Central.
En momentos que se esperan medidas duras, Macri busca empezar su gestión, iniciada el jueves, creando consensos con políticos, patronales agrícola e industrial de todas las tendencias tras haber ganado la presidencia con 51% de los votos y con un Congreso controlado por la oposición.
Los impuestos a las exportaciones de granos, que permitieron un sensible aumento de la recaudación, generaron en 2008 una prolongada huelga del campo que puso en jaque al gobierno centroizquierdista de la expresidenta Cristina Kirchner (2007/2015).
«Hoy voy a firmar el decreto de retención (impuesto a las exportaciones)cero para las economías regionales», dijo Macri en un acto ante productores en Pergamino, 220 km al noroeste de Buenos Aires, en una de las más ricas zonas agrícolas del país.
Su ministro de Agricultura, Ricardo Buryaile, precisó que «las retenciones pasan a cero para trigo, maíz, sorgo, excepto para la soja que pasa del 35% al 30%».
Fue el primer anuncio económico de Macri, un liberal de derecha, que asumió con promesas de apertura en la tercera economía de América Latina tras 12 años de políticas proteccionistas y con un fuerte papel del estado.
La medida tiene por objetivo incentivar la producción agrícola pero a corto plazo busca que los productores y exportadores liquiden el stock retenido,como una manera de que ingresen divisas a las alicaídas reservas del Banco Central, por debajo de 25.000 millones de dólares.
Según el nuevo gobierno, la reducción de ingresos a las arcas públicas debido a la quita de impuestos a las exportaciones se compensará en gran parte por el aumento de los impuestos a las ganancias de los productores.
«Confío en ustedes que podemos duplicar la producción de alimentos en Argentina», declaró Macri ante los productores e instó a producir «más maíz, más carne, todo lo que somos capaces».
Afirmó que Argentina tiene que «dejar de ser el ‘granero del mundo’, para ser el supermercado del mundo», en alusión al agregado de mano de obra a la materia prima.
Las exportaciones agrícolas globales estimadas para este año alcanzan unos 25.000 millones de dólares, un tercio del total de ventas al exterior.
Macri dio por terminada la histórica puja en Argentina entre los intereses de los sectores agrícolas y los productores industriales, al sostener que no son antagónicos.
«Lo primero es que no hay más que plantear las cosas en términos del campo o la industria, el campo o el país, es el campo y la industria, el campo y el país. Porque sin el campo el país no sale adelante», advirtió.
En ese marco, el mandatario prevé encontrarse este mismo lunes con laUnión Industrial Argentina (UIA), donde 1.500 empresarios esperan también novedades sobre las promesas de liberación del tipo de cambio.
Las patronales del campo tanto como los sectores industriales y los exportadores esperan una devaluación de la moneda y que se consolide un tipo de cambio único.
El dólar en el mercado oficial gira en torno a 9,78 pesos por divisa pero en el mercado paralelo el billete estadounidense se acerca a los 15 pesos, una brecha de 53%.
El nuevo ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, descartó el viernes pasado que sea inminente la liberación del tipo de cambio cuando los argentinos temen una devaluación brusca, pero advirtió que algunas medidas «a veces van a doler».
Ante la caída de reservas del Banco Central el final de lo que el mercado llama «cepo cambiario», vigente desde 2011, se haría sólo cuando sea posible.
La expectativa de devaluación, tras 12 años de control cambiario en los gobiernos peronistas de izquierda de Néstor (2003-2007) y Cristina Kirchner (2007-2015), disparó la inflación a finales de noviembre y comienzos de diciembre.
La situación económica «no es crítica, pero tenemos una herencia compleja», dijo el ministro de Hacienda, azotada con una inflación que ronda el 30% y un déficit por encima del 6% del PIB.
DC|AFP