Bombonas, comida, dinero y con la vida de Pedro Rafael Querales, de 38 años de edad, escaparon unos delincuentes que irrumpieron en horas de la madrugada de ayer en la vivienda del bodeguero. El hecho fue en las primeras casas que se encuentran en el sector Los Olivos, del caserío El Pegón, ubicado en la vía hacia Duaca, municipio Crespo.
Querales tenía seis años viviendo en Los Olivos junto a su esposa Ana Soto, para mantenerse tenía una bodeguita y en ocasiones salía a vender café y hacia comida. El 23 de diciembre vendieron unas hallacas a los vecinos y el 24 se fueron hasta Duaca a pasar el día en casa de la suegra. A las 4 de la tarde del 25 el hombre decidió venirse, porque la casa estaba sola.
Soto, se vino este 26 para encontrarse con su pareja y al llegar a la vivienda a las 8 de la mañana observó que en la entrada estaban varias personas reunidas y había presencia policial, supo que algo raro estaba pasando, apuró su paso por la subida de tierra y al llegar a la morada observó el cuerpo de su amado tendido bocabajo en las afueras de la casa y estaba sobre un charco de sangre.
La escena fue espantosa, había perdido al hombre con el que llevaba compartiendo seis años y quien había acogido a sus hijas como si fueran la de él.
Soto no se explica que pasó revisó y vio que faltaba la plata que estaba debajo del colchón, incluso lo encontró levantado. Eran 8.000 bolívares, producto de la venta de las hallacas. Se llevaron un bulto de azúcar que había conseguido y una caja de latas de sardina, así mismo cargaron con dos bombonas y un DVD que estaba en la sala.
Yohanna Rodríguez indica que en la puerta de la cocina estaba el café regado. Ella cree que su padrastro se levantó como siempre a las 3 de la madrugada para hacer el café y salir a las 4 de la madrugada a venderlo, como acostumbraba hacerlo.
Rodríguez cuenta que la víctima fatal solía bajar a la parada de Sabana Grande, de El Cují y allí vendía su café, presume que lo sorprendieron afuera o que quizás lo llamaron para comprarle algo.
La pareja de Querales indica que es muy raro que en la zona lo que existen son rateros, pero piensa que quienes cometieron el crimen sabían de la existencia de su bodega, creen que la víctima pudo haberlos reconocido y por ello lo mataron. Cabe destacar que la puerta de la vivienda no estaba forzada y la reja echa por alambre de púa, estaba abierta hacia un lado. Asegura la esposa del hoy occiso que sus criminales andaban a pie y no en carro, porque si no fueran cargado hasta con el televisor y otros artefactos.
DC|IMP