Ningún artista de Malawi, un país al sureste de África que rara vez aparece en las noticias y cuya lengua oficial es el chichewa, ha sido nominado a los premios Grammy. De modo que resulta curioso que sus primeros nominados sean un grupo de 13 prisioneros de la cárcel de Zomba que, bajo el nombre de Zomba Prison Project, publicaron el año pasado su primer disco: “I have no everything here”.
Desde 2013, cuando el productor estadounidense Ian Brenan tuvo acceso a la prisión, los presidiarios se dieron a la tarea, extraña entre sus muros, de hacer música. En 2008, el Ministerio del Interior proveyó los instrumentos y entonces se formó un grupo con líderes variables. Los prisioneros cumplen penas por asesinato, robo, y también deben enfrentar unas condiciones carcelarias indeseables: falta de alimentación, carencia de servicios de salud y sobrecupo (2.400 internos ocupan un espacio hecho para 300). En ese sentido, Zomba Prison Project es una forma del milagro: “no podemos creer que haya pasado”, dijo a la agencia Efe el ministro del Interior, Kennedy Nkhoma. Poco a poco, más de 60 músicos conformaron de manera intermitente la banda de la prisión, y muchas mujeres, a pesar de la timidez inicial, se unieron al proyecto.
El acceso a los instrumentos, sin embargo, no era suficiente. En diversas entrevistas, Brenan ha recordado que para grabar tenían que luchar contra el sonido de la carpintería y el taller de mecánica contiguos; durante meses, Brenan llenó el papeleo necesario para entrar a la cárcel con su esposa, Marilena Delli, que es cineasta y documentalista. Brennan dijo al diario The Guardian: “Ellos hacen mucha danza comunal y cantan para aliviar sus espíritus, pero decían que no tenían cantautores (…). Muchas de las mujeres están condenadas de por vida, y como es un grupo pequeño existe más presión de sus pares. Tratamos de halagarlos para que cantaran canciones propias, pero todos se negaron”. De pronto, un día una mujer dio un paso adelante y decidió cantar. El resto de mujeres la siguió. “Decían que no eran compositoras —recuerda Brenan en entrevista con Efe—, pero cuando una de ellas se armó de valor y nos presentó una canción fue como si se abrieran las puertas para todas las demás, que desde entonces no pararon de ofrecernos música”.
Y nacieron canciones con letras de este corte, que cita el New York Times: “Estoy sola en el ancho río / y he fracasado al cruzarlo. / Cuando hacía las cosas en secreto / pensaba que nadie me estaba mirando”. En las letras se encuentra el reflejo de sus situaciones personales, de sus arrepentimientos, todo cruzado con una instrumentalización que acude a la tradición africana. De acuerdo con el relato del New York Times, fue uno de los guardias (hay dos en la banda), Thomas Binamo, quien impulsó a los presos a crear canciones, a acudir a cualquier instrumento para expresar ese extraño modo del alma que es el arte. Muchos de los mensajes que enviaban a través de su música, cuenta el diario, tenían el objetivo de atacar el sida, una enfermedad extendida entre los prisioneros y que al parecer no tiene los cuidados que requiere. En un período de dos años, Brenan y la banda grabaron más de seis horas de música. Hay todavía material disponible para un segundo álbum. Los dos guardias miembros de la banda estarán esta noche en Los Ángeles, durante la ceremonia de los Grammy.
Aca el link para que puedas escucharlos: http://zombaprisonproject.bandcamp.com/album/i-have-