Dietas hay para aburrir, pero no todas nos funcionan a todos por igual. Lo que está claro es que si entre nuestro objetivo está perder peso, introducir el agua en la dieta es fundamental. Sin embargo tenemos que saber cómo y cuándo para que el hábito nos ayude a perder peso sin frustrarnos.
A diferencia de cualquier otra bebida, el agua es pura, neutral y disuelve más sustancias que cualquier otro líquido y es esencial para ayudar a hacer la digestión, pero no es lo mismo tomarla a una hora que a otra.
Beber dos vasos de agua (aunque no te apetezcan) antes de cada comida principal (desayuno, comida y cena) ayuda, primero, a comer con mucha menos ansiedad porque te habrás saciado bien y, segundo, a mejorar la digestión. Si puedes evitarla comiendo, mejor.
Por supuesto, también es fundamental beber agua entre horas, sobre todo cuando hay más hambre. De esta forma, introducir dos vasos de agua en la dieta, tanto a media mañana, como a media tarde, ayudará a comer menos y evitará la ansiedad que produce el hambre y el estrés.
El agua contiene cero calorías, por lo que es la mejor bebida que podemos tomar de cara a adelgazar, aunque por sí sola no adelgace. Ni zumos, ni refrescos. Agua.
Cuando la tomamos en ayunas, es decir, justo antes de desayunar, conseguimos eliminar las toxinas del sueño además de eliminar las retenciones de líquido.
La dieta del agua consiste, por supuesto, en comer alimentos bajos en grasas (ensaladas y verduras plancha, carnes y pescado a la plancha o cocidos), y hacer mucho ejercicio.
En total, es conveniente beber unos dos litros de agua al día (normalmente distribuidos en diez vasos), algunos de los cuales pueden ser sustituidos por infusiones o caldos.
En tan solo una semana, los resultados son sorprendentes y en un mes te puedes haber quitado, fácilmente, hasta cinco kilos.