Son las tres de la tarde de un martes y la sede de la farmacia Locatel en Miami (EE.UU.) está vacía. Pero el teléfono no para de sonar.
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En un espacio de 30 minutos, llegan tres recetas médicas por fax. Al mismo tiempo, una de las farmacéuticas responde por teléfono las dudas de su interlocutor sobre la posibilidad de comprar una droga y que la envíen a Caracas.
“Estamos absolutamente sumergidos en llamadas desde Venezuela”, le dice a BBC Mundo Walter Cohen, gerente general del grupo Locatel, una cadena de farmacias fundada en Venezuela en 1994 que abrió dos sucursales en el sur de Florida diez años después.
Los responsables de la compañía en EE.UU. han tenido que ampliar el número de troncales telefónicas y abrir una central en un local administrativo porque las 30 líneas que tenían en las dos tiendas comenzaron a colapsar por el volumen de llamadas.
La escasez de medicamentos en Venezuela, que alcanza el 85% según la Federación Farmacéutica de ese país, es el principal motivo por el cual los pacientes están dispuestos a pagar en dólares y esperar entre una y tres semanas por el envío.
Desde ampolletas para quimioterapia hasta suplementos alimenticios y pañales para adultos, las solicitudes son variadas y cada vez más frecuentes.
Farmacéutico
Aunque es legal en el estado de Florida que las farmacias acepten fórmulas médicas de otros países, las grandes cadenas nacionales, como CVS y Wallgreens, prefieren abstenerse de hacerlo.
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“El farmacéutico sabe que su licencia está en juego si llega a equivocarse al procesar una receta de otro país”, señala a BBC Mundo Freddy Abreu, uno de los socios de la farmacia Pharm Aid, que en apenas tres meses desde su apertura en la ciudad de Pembroke Pines (Florida), ya recibe decenas de llamadas diarias de venezolanos.
La Junta Farmacéutica de Florida (Board of Pharmacy, en inglés), indica que el farmacéutico licenciado en EE.UU. es quien puede validar la prescripción según su criterio profesional y determinar si es necesaria para el tratamiento de una enfermedad crónica o recurrente.
“Nos ha pasado que llaman venezolanos pidiendo 300 pastillas de antibióticos, cuando eso no se justifica porque un tratamiento dura en promedio unos 12 días”, dice Marilyn Sánchez, gerente de Locatel en Miami.
Es por ello, y por cumplir con la estricta legislación del Estado, que las prescripciones deben cumplir con una serie de requisitos y no pueden incluir sustancias controladas, como somníferos, ansiolíticos o psicotrópicos.
Por fax
La mayoría de las llamadas que entran a ambas farmacias son de venezolanos «desesperados» que quieren saber qué es lo que deben hacer exactamente para comprar medicinas en EE.UU, indica Marieli de Abreu, gerente de Pharm Aid.
Y, aunque suene obsoleto en esta era digital, el fax es la manera más confiable de enviar las prescripciones, pues los datos de transferencia que aparecen en el encabezado de la página suponen una prueba válida al momento de las auditorías realizadas por la Junta Farmacéutica de Florida.
En el caso de Locatel, los mismos médicos deben enviarlas con datos adicionales al de una fórmula normal en ese país, como el principio activo del fármaco, la concentración, la cantidad necesaria en unidades, la dosis y el sello médico con número de registro.
Pharm Aid también solicita todo lo anterior, pero el mismo paciente puede enviar la receta.
Una vez que se completa la orden, el paciente deberá pagar con una tarjeta de crédito internacional un envío de entre US$20 y US$60 (si la droga viaja en cadena de frío) para recibir los medicamentos entre una y tres semanas después en los centros de distribución que tienen Locatel en Caracas y Pharm Aid en Venezuela.
“De dos años para acá, me he acostumbrado a agregar todos esos datos extra en las recetas. Cada vez son más los que hacen el sacrificio de comprar en dólares las medicinas”, dice a BBC Mundo Julio Castro, médico especializado en infecciones que tiene una consulta privada en Caracas y es profesor de la Universidad Central de Venezuela.
«Miles de dólares»
“Hace una semana y media tuvimos que enviar un medicamento a un niño de 6 años que costaba US$1.700. Las medicinas son costosas en Estados Unidos”, señala Miguel González, otro de los socios de Pharm Aid.
Como en Venezuela rige un control de cambio y existe un exceso de demanda de divisas por encima de la oferta que el Estado pone a disposición, hay un mercado paralelo en el que US$1 equivale a Bs.1.100, según el sitio web Dolar Today.
Por este motivo, el fármaco de US$1.700 equivale a Bs.1.870.000, es decir, 161,2 salarios mínimos en Venezuela.
“Hace dos semanas vi a un paciente con VIH con un herpes en un ojo y no se conseguía en el país una tableta antiviral que antes era de uso común. Hubiera podido perder el ojo pero consiguió un donativo de una fundación que mandó a comprarlo en Miami”, dice Castro.
Donaciones, colectas familiares, los ahorros de toda una vida: estos son algunos de los métodos que usan los venezolanos para pagar por los fármacos en EE.UU.
“Desafortunadamente, no podemos cobrar en bolívares, porque nuestros proveedores, transporte, todo nuestro negocio es en dólares”, justifica Cohen.
Castro, junto a otros médicos venezolanos, ha venido realizando una “medición de la escasez” tomando como referencia la lista de medicamentos esenciales de la OMS. Hace dos años, existía un 33% de déficit absoluto, mientras que en febrero de este año, la cifra aumentó al 62%, y sube al 92% al considerar los fármacos que tienen un inventario reducido.
Es por ese panorama, dice Cohen, que un número de llamadas a la farmacia de Miami no son para pedir, sino para agradecer.
DC | BBC Mundo