Ya es la hora de presentarse en la corte. El juez Paul A. Crotty despacha desde una pequeña sala identificada con una placa donde se lee “Room 14C” – muy similar a las que hay en los tribunales venezolanos – según relata desde Nueva York el abogado Carlos Ramírez. A media mañana del 12 de mayo, Franqui Francisco Flores de Freitas y Efraín Campo Flores abandonan su lugar de reclusión para asistir a la audiencia que en principio se trataría del inicio del juicio para dirimir su culpabilidad o no por cargos de narcotráfico.
El tiempo para el traslado de los acusados llevó menos que el necesario para estar delante del juez Crotty. Muchos suponen que a los presos en el Centro Correccional Metropolitano de Nueva York, bien sea a la espera de juicio o cumpliendo condena, al menos algo del aire cosmopolita de la gran manzana puede colarse por los gruesos barrotes de las celdas manejadas con uno de los más sofisticados sistemas de seguridad en EEUU, o que en estos traslados para cumplir con las etapas de un proceso judicial, las luces y el frenético ritmo de la ciudad aliviarían en algo el encierro.
Pero no es así. Franqui Flores y Efraín Campo fueron trasladados hasta un piso subterráneo del correccional, donde fueron escoltados por los oficiales federales a través de un túnel que atraviesa Pearl Street. Esa calle es lo único que separa el centro de reclusión del lugar donde se decide el destino de los acusados de crímenes federales, como corresponde a todos los que cumplen condena en esta prisión.
Este pasaje es corto, de unos 36 metros y a más de 15 metros de profundidad, que debe ser transitado con cadenas en los tobillos y esposas. Una vez vencido el trayecto los oficiales activan el elevador que les llevará ante la presencia del juez que lleva la causa. Es la misma ruta que recorrerán en su retorno a la cárcel, conocida como MCC New York.
Al igual que ocurre en la mayoría de los estados de EEUU – Florida, Georgia o Nueva York, por ejemplo – las prisiones federales y algunos otros correccionales, los tribunales y oficinas gubernamentales o la policía se distribuyen en una misma vecindad, lo cual facilita los procesos administrativos y los mecanismos de interconexión entre estas infraestructuras. Así, el MCC New York se mimetiza con el edificio del departamento de policía, los tribunales que despachan para el Distrito Sur y este de la ciudad, las oficinas de inmigración o la suprema corte de Nueva York.
El Centro Correccional Metropolitano de Nueva York es un edificio de unas 12 plantas de hormigón, de aspecto burocrático. Bien podría ser una sede administrativa del Gobierno, si no fuera por los alambres de púas que coronan algunos de sus muros y balcones. Está muy bien situado, justo al otro lado de la calle del tribunal donde se lleva a cabo el proceso judicial, y por el otro lado lo abraza el puente de Brooklyn. Un valioso terreno desde el punto de vista inmobiliario, desde luego.
Aún los sobrinos de la pareja presidencial están a la espera del juicio, pero desde ya asoman como “notables detenidos” del MMC New York. En plataformas digitales de información como Wikipedia se les cita dentro de este selecto grupo, entre los que destaca Bernard Madoff, el cerebro detrás de una de las estafas más grandes en la historia y quien por designio de la justicia humana fue obligado a pagar sus fechorías cambiando el confort y los lujos de sus decenas de mansiones, por una pequeña celda en la que le ha tocado desde 2009 compartir con otros violadores de la ley.
Otros como Horst Overdick, del cartel mexicano de Los Zetas; o el terrorista Omar Abdel-Rahman, uno de los culpables del primer atentado contra World Trade Center, ocurrido en 1993, cuando un comando de irregulares financiados por el grupo terrorista Al-Qaeda hizo explotar un camión con más de 690 kilos de explosivos en su interior, cumplen condena en este recinto. Se rumora que este complejo podría convertirse en el nuevo hogar de Joaquín “El Chapo” Guzmán de ser extraditado a los EEUU.
El 12 de mayo los sobrinos de la pareja presidencial caminaron los pasos que separan sus celdas de la sala de juicio. Una semana antes la fiscalía solicitó una investigación por existir, según el representante del gobierno de EEUU, conflictos de intereses en la representación de abogados que defienden a los sobrinos de la primera dama venezolana Cilia Flores. El fiscal Preet Bharara alertó a la corte del Distrito Sur de Nueva York donde se ventila este caso, que una misma tercera parte estaría detrás del pago de los honorarios de ambos bufetes defensores de los jóvenes acusados.
Esta solicitud cambió el carácter original de esta presentación de los sobrinos ante el juez. Ahora sería una audiencia para advertirles que mantener las actuales firmas de defensores significaría la renuncia a la posibilidad de apelación de una sentencia en su contra por este motivo. Flores y Campo decidieron apostar por mantener sus actuales equipos de defensa, a sabiendas de los riesgos que esto supone.
Así lo refrendaron en la corte. Luego de unos 30 minutos, ambos fueron trasladados de nuevo a su sitio de reclusión. Allí estarán hasta el 7 de noviembre, fecha sugerida en la corte para el juicio, de no haber algún cambio en sus declaraciones de inocencia que suponga alguna negociación con la fiscalía.
Según se conoció en esta breve audiencia, la fiscalía tendrá preliminarmente hasta el 1° de julio para realizar ajustes en las acusaciones contra los jóvenes, mientras que la defensa dispondrá hasta el 8 de agosto para introducir las mociones que considere necesarias. Si no se llega a dar algún giro en este caso que cambie la declaración de inocencia de Flores y Campo para ganar la posibilidad de negociar algún acuerdo con la fiscalía, sería el próximo 7 de noviembre cuando ambos acusados crucen el túnel hacia el veredicto definitivo.
DC | El Pitazo