Celebrando nada menos que cuarenta años del estreno de la película Taxi Driver, viajamos especialmente hasta Nueva York para encontrar a Jodie Foster en una abierta charla, dentro del marco del Festival Internacional de Cine de Tribeca, donde habló de los momentos más importantes que vivió en las cuatro décadas en que ha dejado sus huellas en el mundo del cine.
¿Podemos volver en el tiempo a la época en que recién empezó en la actuación?
Yo tenías tres años. Mi hermano era actor y, según me contaron, él había ido a una prueba de audición. Por lo general yo me quedaba en el carro, pero esta vez estábamos en un barrio complicado y mi madre no me quería dejar sola. Era para la publicidad de la crema bronceadora Coppertone y le pidieron a mi hermano que se quitara la camisa, y yo también me saqué la mía, mostrando mis músculos, y cuando me preguntaron cómo me llamaba, incluso les dije: “Alexander”. Terminaron contratándome para esa publicidad. Así fue como empezó todo.
¿Qué le gustó siempre de la actuación?
No sé. Muchas veces me lo pregunto, cuando odio la actuación: “¿Alguna vez me gustó esto?”. Creo que me gustaba el entorno familiar, me encantaba estar junto a cien personas como si fueran maravillosos padres, madres y hermanos que me enseñaban tantas cosas, a formar parte del equipo de filmación, que me llamaran para un trabajo, me tomaran en serio. Me sentía incluida. Eso es lo que creo que siempre me gustó cuando jovencita. Y siempre me gustó el lado técnico, mucho más que todo. Para ser honesta, la actuación siempre me pareció algo tonto. No podía creer que alguien me pidiera que dijera las palabras que escribió otra persona.
¿Cambió en algo ese sentimiento con el paso del tiempo?
Creo que fue a los 12 años, cuando filmé Taxi Driver y conocí a Robert de Niro. Él mismo había pasado varios días improvisando un poco, hablando como el personaje. Yo no entendía lo que hacía, pero igual estaba fascinada.
¿Sabía que su personaje era realmente una prostituta?
Crecí en Hollywood, no muy lejos de la avenida principal, donde no podía pasar nada peor. Sabía a quién estaba representando, pero lo afronté de una forma para nada complicada, por instinto. Pero algo especial pasó conmigo cuando trabajé con Robert de Niro, porque entendí que yo nunca antes había invertido lo suficiente en el cine. Ahí me di cuenta de que podía tener una carrera a la que podía llegar a dedicarme artísticamente. Es algo que nunca me había pasado antes de los 12 años.
¿Es cierto que su hermana fue quien filmó las escenas fuertes de esa película?
Sí, mi hermana. No querían darme el permiso para trabajar en Taxi Driver, porque recién había salido Pretty Baby y tenían un poco de vergüenza por todas las críticas que recibieron por dejar que Brooke Shields hiciera esa película. Y por eso me dijeron que yo no podía hacer Taxi Driver. Pero pedimos una orden del juez, y para poder filmarla, mi hermana, que tenía más de 18 años en aquel momento, tenía que ser mi doble en cualquier escena que me hiciera sentir incómoda o tuviera alguna connotación sexual. Creo que hay una toma en la película donde está de espaldas y se le ve la cabeza. Eso fue todo.
Y sus hijos, que hoy son adolescentes, ¿vieron esa película?
Mi hijo mayor ya la vio y la otra noche la vimos juntos. Es la primera vez que la ven.
Han pasado 40 años del estreno de “Taxi Driver”. A nivel personal, ¿siente que pasó tanto tiempo?
Pasaron 40 años desde Taxi Driver ¿Se sienten que fueron 40 años? Sí y no. Nueva York cambió mucho en estos 40 años, y cuando ves la película de nuevo lo notas. Tuve una larga carrera y me siento con suerte de haber empezado en la década de los 60. Pude vivir la edad de oro del cine estadounidense en los 70, tuve suerte con Scorsese. Y después pasaron los 80, los 90, el 2000 y los 2010. Fueron muchas eras de cine donde el negocio cambió dramáticamente.
¿Y si filmaran hoy la misma película? ¿Se llamaría “Uber Driver”?
Uber Driver podría ser la continuación. Voy a preguntar en Columbia Pictures si les parece que es una buena idea.
¿Qué estilo de cine era el que más le gustaba al principio de su carrera?
Mi madre era fanática del cine europeo y me inscribió en una escuela francesa. Ella no hablaba el francés, ni una palabra. Pero quería que yo hablara otros idiomas, quería viajar. Ella nunca había viajado a ningún lado. Y me puso en una escuela francesa. Teníamos un auto Peugeot, pintamos nuestra casa de color terracota y veíamos películas extranjeras. Llegó a decirle a alguien que nos íbamos a ir de este país. Era la época de Nixon y ella no estaba muy feliz con la política de Estados Unidos. Pero me llevaba a ver películas alemanas, películas francesas, películas italianas, y las películas de la nueva ola francesa eran especialmente interesantes para mí.
¿Tuvo que aprender a leer muy temprano para aprender la letra de sus roles?
Sí. Solía leer un libro de historias bastante divertidas en la librería Doubleday, donde tenían toda una sección de niños, con libros de historia. Me los aprendía de memoria. Así que tenían libros sobre John F. Kennedy o Amelia Earhart y los memorizaba, para hablar frente al espejo. Eso es lo que recuerdo. Mi primer libro fue Franny and Zooey, de J.D. Salinger. Y después, con la primera película que dirigí, Little Man Tate, debo haberle robado ideas a Salinger, porque cuando tenía 13 o 14 años dije que algún día quería dirigir una película de Salinger.
¿Qué es lo que tanto le gustaba de esas historias?
Me gustaba la idea de las diferentes familias que creamos con gente que no se siente cómoda en ningún lado. Es un tema muy recurrente conmigo y es algo que aparece en muchas de mis películas, aunque no haya aparecido para nada en la última.
¿Es porque en la realidad también se sentía aislada del mundo, con tanta fama?
Bueno, como era actriz desde tan joven, siempre fui una persona solitaria. Siempre fui un poco reservada y bastante solitaria. Es lo que me permitió tanta creatividad y me dio tantas ideas dentro de mi cabeza para después expresarlas, para poder conectarme con la gente. Por eso también creo que hacemos lo que hacemos para conectarnos con la gente. Y todos lo hacemos de una forma diferente.
¿Molesta en algo que no haya tantas directoras en Hollywood?
Creo que todos esperamos el día en que no tengamos que hablar más de ese tema. Y después de haber hecho cine por más de 50 años, siento que los temas son mucho más complicados que el debate al preguntar por qué las mujeres no dirigen las grandes películas en serie, por qué no hay mujeres directoras en las grandes superproducciones. Son preguntas muy simples que tienen demasiadas razones y algunas de ellas son psicológicas. Algunas de ellas tienen que ver con el mundo financiero. Y otras son por la economía global. Hay muchas respuestas para esa pregunta que llevan cientos de años.
¿Cuál sería una de las mejores respuestas?
Sería maravilloso tener una conversación mucho más compleja para verlo más allá de una serie de números y estadísticas. No creo que sea tanto como la gente piensa, porque no hay un complot para tirar abajo a las mujeres en el cine. Creo que es pura negligencia. Es por un grupo de gente que nunca pensó en el tema, incluyendo las mujeres ejecutivas que llegaron hasta arriba y no movieron un dedo para traer más mujeres al mundo más importante del cine para dirigir.
Los primeros pasos de Foster
En el corazón del mundo del cine, en Los Ángeles, nació el 19 de noviembre de 1962 con el verdadero nombre de Alicia Christian Foster, aunque los hermanos mayores decidieron llamarla Jodie. Sus padres, Evelyn y Lucius, se habían divorciado tres años antes, cuando los otros tres hermanos ya habían nacido, así que ella es el producto de un momento de reconciliación.
Apenas tenía tres años cuando empezó a trabajar delante de las cámaras en comerciales de televisión. Cuando cumplió seis ya estaba trabajando como actriz en la serie “Mayberry RFD”, donde también actuaba el hermano, Buddy. Incluso participó en seriados como “Bonanza” y “La familia Patridge”.
En el cine ya había interpretado a la hija de Raquel Welch en “Kansas City Bomber”, cuando la nominaron al Óscar por el clásico de “Taxi Driver”, con Robert De Niro y la dirección de Martin Scorsese. Después siguió con un estilo de cine mucho más acorde con su edad, con las películas de Disney “Freaky Friday” y “Candleshoe”. La fama ni siquiera le importó cuando dejó la actuación por completo para inscribirse en la Universidad de Yale. Para cuando se graduó, en 1985, volvió al estilo de cine adulto con “Acusados”, cinta con la que incluso ganó un Óscar, para repetir la experiencia con el suspenso de “El silencio de los inocentes”, al lado del reconocido actor Anthony Hopkins.
La fama de una actriz
Antes de cumplir los 30 año ya había ganado dos Premios Óscar. Será por eso que decidió ir todavía más lejos, dirigiendo su primera película en 1991, “Little Man Tate”. En el camino actuó en cintas como “Maverick”, con Mel Gibson, además de “Nell”, donde recibió la cuarta nominación a la estatuilla. Con Matthew McConaughey filmó “Contact” y en la producción “Panic Room” reemplazó a Nicole Kidman en el rol de la madre de Kristen Stewart.
Ella se dio el lujo de rechazar otros éxitos que les dieron fama a otras actrices, como cuando se negó a protagonizar “Pretty Woman”, que terminó filmando Julia Roberts; “Sleepless in Seattle”, en vez de Meg Ryan, y “Bajos instintos”, en lugar de Sharon Stone; o incluso “Juegos del hambre”, en el rol de President Coin, que terminó aceptando Julianne Moore. Sin embargo, Foster igual protagonizó otros éxitos de cine como los thriller de “Flightplan”, “Inside Man” y “The Brave One”, para volver a dirigir a Julia Robert y George Clooney, en la más reciente película “Money Monster”.
El Espectador