Hasta el observador más desprevenido sabe que estamos en las puertas de una crisis alimentaria. Tal vez en vez de hablar de “riesgo de una emergencia nutricional”, podemos confesar que estamos en ella, en el reino del hambre. Amnistía Internacional, con todo su prestigio mundial “pide reconocer la crisis humanitaria que padece Venezuela, la cual se evidencia en las insufribles largas colas para adquirir alimentos y medicinas”. Amnistía Internacional va más lejos: “En Venezuela hay una situación prolongada de violación de derechos, no solo de la libertad de expresión y de la asociación pacífica, también de derechos económicos y sociales”. La revuelta es general y el rechazo proviene de todos los sectores, incluidos los chavistas, porque amor con hambre no dura.
No hay peor ciego que quien no quiere ver. La Ministra de Salud, Luisana Melo, acaba de sostener que “en Venezuela no existe crisis en el sector salud”,ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en Chile, en la audiencia pública del 158° Período Extraordinario de Sesiones. O está ciega la ministra Melo o simplemente esta indigna funcionaria del régimen decadente debe salir; el pueblo está hambreado y no hay medicamentos, por decir lo menos, esa insensible funcionaria que niega la crisis en lugar de solicitar ayuda humanitaria, debe salir.
Se calcula que este año el descenso del consumo de carne cae en el 85,7 %. Es bueno que el mundo sepa que “12,1 % de los venezolanos dejó de comer una o dos veces por día el año pasado, en 2015”, la cifra hoy se ha duplicado. La encuesta Encovi reveló que “93 % de las familias más pobres no tuvieron suficiente dinero para su alimentación en 2015”, en este 2016 el drama arropa a la golpeada clase media,que enfrenta los dos males: o no hay, o cuando hay no se dispone de dinero suficiente para comprarlo. Por supuesto que la salida de la crisis radica en una nueva política económica y social, en un gobierno que abandone el camino del retraso y asuma la producción como un desafío, porque el problema de Venezuela no está en mal distribuir lo poco que hay, sino en producir más y distribuir mejor, por los canales normales y no por las vías y vericuetos del control político. El último invento fue el de los CLAP, los Comités Locales de Abastecimiento y Producción que por supuesto no son un sistema de abastecimiento alimentario, sino un mecanismo discriminatorio y arbitrario para ejercer el control político a través del hambre del pueblo.
El régimen ha demostrado durante largos años y hasta la saciedad que no sabe producir, que quiebra las empresas que llegan a sus manos, como ha demostrado su incompetencia absoluta en la distribución de los bienes de la cesta básica, a través de la destruida y ya sin aliento red pública de alimentos, MERCAL, PDVAL, Abastos Bicentenarios, mercados de cielo abierto y bodegas comunales, todo está pelado, ahí no hay nada. Ahora son las bolsas que reparten los CLAP, ellas llegan -a quienes llegan- incompletas y muy bajas en calorías, no mantienen un equilibrio para la alimentación de los venezolanos ni proveen los nutrientes esenciales, porque no contienen proteínas, como pescado y huevos, ni vitaminas y minerales, como frutas y vegetales.
Personalmente constaté que unas bolsas de comida distribuidas la semana pasada en La Pastora tenían un precio de 700 bolívares y contenían harina de maíz, pasta, leche, azúcar, caraotas y aceite. El precio no luce malo, lo malo es que no hubo para todos, lo malo es que debe alcanzar para una familia por un mes, lo malo es la corrupción brutal que existe en el sistema de distribución de alimentos por bolsa, es un sistema inauditable.
La indignación popular ya es absolutamente general, solo los grupos armados y pagados para aplaudir a Nicolás y darle loas al régimen de la decadencialucen contentos. Los chavistas bien paridos están avergonzados de la ineficiencia y la corrupción, de la falta de sensibilidad de un gobierno que solo vive para él, siendo su único objetivo mantenerse en el poder. Amor con hambre no dura. Las campanas están sonando.
DC / Paciano Padrón / pacianopadron@gmail.com / @padronpaciano