La presidenta suspendida de Brasil, Dilma Rousseff, quemó hoy sus últimos cartuchos frente a la comisión del Senado que la juzga por supuestos delitos fiscales y alertó otra vez sobre el «golpe» que supondría su posible destitución.
«Brasil no merece sufrir una nueva ruptura democrática», afirmó la mandataria, suspendida de sus funciones desde el pasado de 12 de mayo para responder a un juicio político, en una carta dirigida a la comisión del Senado responsable del proceso.
DC|EFE