Los juegos del hambre, por Gervis Medina (@gervisdmedina) 

La premisa de la trilogía de ficción de Suzanne Collins, que tanto éxito ha cosechado con Jennifer Lawrence como protagonista, es una auténtica fábula sobre la rebelión contra los opresores. En una sociedad post apocalíptica, con una cúpula podrida que vive en una burbuja de poder y mantiene sojuzgada en una situación de hambre a la gran mayoría empobrecida. Los juegos del hambre, trata temas importantes como la pobreza extrema, el hambre, la opresión y las consecuencias de la guerra (guerra económica para nosotros). En la cual destaca que en un régimen autoritario, no existe nada más subversivo que la fuerza de la solidaridad, cuando los ciudadanos se deciden a luchar y arriesgarse por una causa justa.

El hambre, es una sensación que indica necesidad de alimentos, este hecho no se puede negar en Venezuela, pero, algunos hablan de hambruna y eso en mi criterio, no ha llegado en nuestro país, pues la hambruna es un tipo de escasez generalizada causada por situaciones extremas como epidemias, accidentes naturales, guerras, etc. Ahora, el hambre se ha vuelto una situación que ha escapado del Estado, porque es cuestión de desigualdades; unos tienen en exceso y otros están en carestía y esa es la situación real sumada como dificultad para obtener los alimentos incluso teniendo dinero en la mano. Entre otros factores del hambre están: la especulación, el sabotaje, el bachaqueo, la desidia, usura, corrupción, monopolio, baja producción y un sinfín de evidencias.

Nos está conduciendo a cambios de hábitos alimenticios y nos direccionan a mayor consumo de carbohidratos,  grasas y azúcares, harinas, comidas chatarras o enlatados cargados de glutamato monosódico; por lo que, comienzan los problemas de salud y bienestar hacia las personas que se nos ha cerrado el acceso de consumir libremente frutas, vegetales y preparaciones artesanales, que nos alejen de alimentos malsanos, y ni hablar de los medicamentos a quienes padecemos enfermedades o trastornos digestivos.

Hoy en día, los venezolanos  madrugan para salir a la calle y hacer colas en cualquier local que expenda alimentos, medicinas o frutas. Las colas se incrementan en el país y a pesar del clamor del pueblo hacia el gobierno para iniciar una política que genere mayor producción interna, este responde con la aplicación de una especie de subsidio llamado, Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap); fueron establecidos desde mediados del pasado año y su principal función estaría en el corazón de las industrias existentes en el país para impulsar la generación de alimentos. Hoy, ante el fracaso por la escasez y el deterioro de la industria, estos pasaron a tomar labores de distribución, como una propuesta que permite a ciertos sectores de la población, acceder a algunos alimentos.

Desde que se acentuó la escasez de alimentos y demás productos de primera necesidad, el gobierno, ha establecido diversas normativas para ocultar la situación. A medida que los Clap avanzan, también se presentan las irregularidades. Si bien es cierto, que la entrega de alimentos se haría de acuerdo a un estudio de las familias y basados en una dieta balanceada para un tiempo determinado, lo cierto, es que en muchas partes la misma no cumple con los requerimientos nutricionales necesarios a su vez que no llega de manera completa y se presta a actos de corrupción y discrecionalidad excluyente por ideología.

Hay hambre de alimentos para el pueblo y al mismo tiempo, hambre de Poder para los políticos. El hambre que padecemos se está manifestando por diferentes vías, en cambio, la hambruna, es el sueño al que muchos apostarían llevarnos por egoísmos maquiavélicos en planes de interés político para mantenerse  y/o tomar el control de Venezuela.

El país se muestra seriamente convulsionado por el tema de los alimentos y medicamentos. Cada vez son más las medidas anárquicas (saqueos, bachaqueo, corrupción) de la población en búsqueda de algo para comer. En estos juegos de guerra, existe la confrontación “pueblo contra pueblo”, la cual nos ha permitido evaluar dos cosas interesantes; por un lado, conocer la parte más vil y baja del ser humano, sobre todo el que capitaliza dinero a través de la miseria y hambre; por otro lado, la bondad y solidaridad del venezolano que da su mano y comparte lo poco tiene para salir adelante.

Cuando Venezuela vuelva a su realidad de país rico en recursos, su talento humano será colectivo de pueblo entrenado para sobrevivir y crear. Ese día los políticos pasaran de un hambre de poder, a una hambruna de su propia miseria humana, el pueblo debe aprender a identificarlos y olerlos. Los tiempos cambiaran, el hambre en resistencia nos dará la lección porque ahora tenemos hambre de lucha. Como en estas tierras la realidad siempre doblega a la ficción, los Juegos del Hambre superan con creces el grado de perversidad que pueda concebir la imaginación más desbordante de una trama novelesca.

 

DC / Gervis Medina / Abogado-Criminólogo / @gervisdmedina

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