Rodríguez Zapatero y compañía, por Luis Acosta

José Luis Rodríguez Zapatero fue Presidente del estado español por ocho años consecutivos. Ganó la Presidencia gracias a un acontecimiento político fortuito que le favoreció perjudicando a su contrario Rajoy, ya que Aznar había decidido no participar. José Luis, oriundo de Valladolid, fue simpático en las primeras de cambio, mas, diferente de lo que el vende de su propia imagen, nunca apareció gracioso ante el global español y, por el contrario, arrogante y prepotente. Para eso le servía su buena presencia.

Durante esos ocho años de gobierno, José Luis, nacido por los años 60s, mantuvo unas relaciones difíciles con los partidos de la oposición y,  desbordado por la debacle económica, perdió valoración en el electorado al punto de renunciar a un tercer periodo y llamar a elecciones adelantadas al final de su segundo mandato. Dejo al país en una bancarrota y crisis de la cual no ha podido salir a flote. Si él no fue exitoso en gobernar, menos puede ser útil en el mediar.

Por otra parte, le pusieron de compañeros en la mediación al expresidente Torrijos y al expresidente Leonel Fernández. Este último, aunque no tan joven, parece olvidar la vida y dictadura de Leónidas Trujillo, así como, la sublime y vigorosa pelea que sostuvo Rómulo Betancourt contra Chapita; tanto que fue víctima de un atentado vil preparado por orden del famoso dictador provocándole casi la muerte en Los Próceres de Caracas. Rómulo resultó con grandes quemaduras generales en el cuerpo y, especialmente, en sus manos producto del estallido de una bomba a su paso.

Fueron años muy complejos que traemos a colación porque Leonel Fernández y el Presidente actual de la Republica Dominicana parecieran haberse olvidado de la doctrina Betancourt que consistía en no mantener relaciones diplomáticas con países con cuestionamientos en su democracia, es decir, aquellos donde no operaba el estado de derecho y los derechos humanos eran irrespetados. Por el contrario, estos señores han decidido comprometer sus apoyos de votos para dirimir asuntos continentales, por ejemplo en la OEA y ONU, a cambio de entregas de petróleo negociadas con Chávez en condiciones especiales y otros negocios.

Esto lo articulamos porque pensamos que los gobiernos de turno en sistemas de alternancias no deben ignorar los compromisos colaterales que nacen de las relaciones de buenos oficios y buena fe; no es justo, pues, que desaparezcan con el tiempo cuando, al contrario, no deben olvidarse ya que las buenas relaciones no se pagan con nada; son hechos que los pueblos no olvidan y, si un rasgo de olvido aparece –tal el caso-, el gobierno de turno tiene la obligación moral y sentimental de recordarlo con nobleza.

Entonces, Zapatero, Torrijos y Fernández no son los mejores, “solos”, en esta etapa tan difícil. Se requieren más negociadores  legítimos e independientes, con merecidos méritos y delineamientos honestos y horizontales. Agreguemos, con portales equitativos e inteligentes, capaces de decir a cada quien lo que deban decir para que los equilibrios aparezcan y se manejen entre los litigantes.

En colorario, los políticos basan muchas de sus acciones en el dicho “los tiempos en política son historia y no lealtades”. Pero seguros estamos que el pueblo de la Republica Dominicana no ha olvidado a la Venezuela de Betancourt. Tampoco los pueblos y los políticos de España, Panamá y países como Chile, Uruguay, Perú, El Salvador, Nicaragua y un largo etc., no debieran olvidar jamás a la Venezuela que les dio cabida, recursos y tiempo útil de hombres como Caldera, Carlos Andrés Pérez, Luis Herrera Campins, Calvani, Diego Arria y muchísimos más.

 

DC / Luis Acosta / Artículista

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