La desnutrición es una realidad para la comunidad indígena colombo-venezolana. En lo que va de año se reportaron 37 niños fallecidos por malnutrición severa en la Alta Guajira, esto de acuerdo con los registros colombianos de dominio público.
Nemesio Montiel, profesor de Antropología de la Universidad del Zulia y presidente del Observatorio WayuuColombo-venezolano de Derechos Humanos, detalló que los estudios presentados por los expertos colombianos reflejaron que entre el año 2010 y 2015 hubo una incidencia de cinco mil niños muertos por las causas mencionadas.
Aseguró que se hicieron las denuncias en las instancias venezolanas correspondientes ya que los registros de desnutrición de Colombia tienen proyección sobre Venezuela y este problema es “grave” en el municipio Guajira del estado Zulia. La Laguna de Sinamaica y las zonas aledañas a la frontera al estar alejadas, sin carreteras, carentes de acueductos o sistema eléctrico son los lugares donde los niños y niñas desnutridos abundan, sin atención de las autoridades regionales o nacionales.
A la fecha, el Ministerio de Salud venezolano no divulga las cifras oficiales sobre la cantidad de casos de desnutridos que llegan a los centros asistenciales hasta la fecha.
Estado de excepción
Los casos de desnutrición fueron en aumento desde septiembre del año 2015 con la declaración presidencial del estado de excepción en la frontera con Colombia. La libre entrada y salida de los alimentos cesó y empezó el control a las actividades por parte de los cuerpos de seguridad del estado.
José David González, coordinador en el municipio Guajira del Comité para los Derechos Humanos del estado Zulia (CODHEZ), señaló que las autoridades venezolanas restringieron los derechos económicos, por lo tanto, el paso de alimentos a la gente. Ahí empezó de nuevo «la crisis» para los 34 mil habitantes del municipio Guajira.
Para el Observatorio Wayuu Colombo-Venezolano de Derechos Humanos, a parte del comercio fronterizo de subsistencia al que se dedicaba el wayuu, los gobiernos deberían activar las potencialidades de la Guajira como la siembra, la cría y la pesca. Con eso estiman que las familias podrían sobrevivir con incentivos y no morir de hambre.
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