Durante los últimos meses hemos estado escribiendo sobre las carencias de la clase política para ponerse de acuerdo y lograr estructurar una propuesta creativa que nos permita salir de la crisis que actualmente padecemos, sin embargo pareciera que fuera un negocio atractivo para los bandos altamente polarizados hacernos creer y pensar que dependemos exclusivamente de ellos para poder avanzar, considero que hemos sido engañados por quienes nos gobiernan y pretenden gobernar, pero paradójicamente ante las explicaciones engañosas que nos dan, seguimos creyendo que nuestro futuro está en sus manos y aun esperamos la llegada de otro “mesías” que nos saque de este foso en el que estamos inmersos.
En concreto, nos ha costado comprender que nuestra crisis es altamente emocional e intelectual, llevamos muchísimos años escuchando razones y respuestas de los mismos actores políticos y seguimos inmersos en nuestro propios temores, nos han tratado como niños y lo más grave es que lo hemos permitido, hemos seguido sumisamente sus direcciones políticas, creyendo en salidas falsas, en direcciones sin sentidos, coartándonos nuestra posibilidad de reaccionar.
Evidentemente, lo que está ocurriendo tiene responsables directos e indirectos, sin embargo como ciudadanos somos corresponsables también de esta situación, muchas veces producto de nuestra propia ignorancia o simplemente por nuestra incapacidad de entender que somos los únicos dueños de nuestro propio destino.
Como país, considero que no hemos aprendido aun de nuestras propias experiencias, durante 40 años se supone que vivimos el auge de una “democracia”, que aunque seguro imperfecta fue producto de las decisiones que tomamos como venezolanos, los gobernantes no llegaron solos, nosotros los colocamos allí, para que nos dirijan y gobiernen.
El Pacto de Punto Fijo, como sistema y modelo político, fracasó y el país tomo un camino diferente, nos vendieron revolución y cambio y en menos de 18 años nos encontramos aun divagando en las olas de la mediocridad política y el subdesarrollo y lo más grave es que seguimos añorando el pasado, allí la repetida frase “éramos felices y no lo sabíamos”, hemos sido incapaces de reaccionar y extraer todas las potencialidades del futuro, seguimos anclados con los mismos derroteros del pasado, pretendiendo que las cosas se solucionen aplicando las mismas formulas caducas que nos llevaron a este nefasto presente.
Se hace necesario aprender de nuestros fracasos y crear las bases para que los errores del pasado no vuelvan a reeditarse, se dice que los venezolanos tenemos “memoria corta”, sin embargo lo considero un cliché, lo que si realmente requerimos es actuar con determinismo e inteligencia para superar el presente y anticiparnos a las oportunidades que nos depara el futuro, y el futuro se construye, se forja, se lucha, se trabaja, no hemos sido los únicos que hemos transitado por crisis, tal como lo cita Gabiña “países como Japón, Corea y Alemania, sin ser productores de petróleo, salieron reforzados de la crisis de los años setenta”. Estos países lograron el éxito, adoptando la cultura de la previsión, dejando de confundir lo urgente con lo importante.
Ciertamente, habrá que cargarse de mucho positivismo para creer y considerar que nuestro país puede salir de la crisis y convertirse en una potencia de primer mundo, sin embargo más que idealismo, requerimos cambiar nuestros modelos mentales, el futuro del país dependerá de nuestras decisiones personales, políticas y sociales, de nuestra capacidad de involucrarnos como actores directos en la construcción de ese futuro; de la reacción que asumamos ante los demagogos que se aprovechan de la crisis e incertidumbre, para mantenernos polarizados y obligarnos elegir entre los menos malos.
He allí nuestro gran desafío, romper con las ataduras del pasado y salir del nefasto presente, nos corresponde ser capaces, rebelarnos y adoptar nuevos comportamientos ciudadanos que nos permitan empoderarnos y superar con inteligencia los miedos que nos paralizan, tal como lo planteó José Ortega y Gasset en su libro, (La Rebelión de las Masas), “la primera condición para un mejoramiento de la situación presente es hacerse bien cargo de su enorme dificultad. Sólo esto nos llevará a atacar el mal en los estratos hondos donde verdaderamente se origina”. Allí comienza la rebelión intelectual.
DC / Alfonso Hernández Ortíz / Politólogo – Abogado / dialogopublico@gmail.com / @AlfonsoZulia