Sobrevolar los campos de sembradíos en la Colonia Agrícola de Turén, estado Portuguesa, es una experiencia desgarradora. Desde lo alto, el contraste de marrones y líneas desordenadas en varias tonalidades de verdes indica que varias hectáreas están destruidas. Algunos sembradíos se mantienen con inventarios que sus dueños prepararon con anterioridad, pero la mayoría son cosechas perdidas o ahogadas por mal drenaje como consecuencia de la siembra tardía o la escasez de recursos e insumos. La decadencia de la producción nacional es un horizonte que se extiende en cualquier dirección a la que uno mire.
Desde la década de los cincuenta, la familia de Roberto Zenere se dedica a la producción agrícola en este sector del país. Han heredado por generaciones un oficio que requiere dedicación y precisión. Son propietarios de 500 hectáreas que producen maíz, ajonjolí, frijoles y girasoles, y actualmente son testigos de una de las crisis más severas de toda la historia de la agricultura nacional.
A Roberto le pertenecen 77 hectáreas en donde siembra maíz. Lo cultiva dos veces al año: en mayo para la cosecha de invierno y en noviembre para la cosecha de verano, pero recién en julio fue cuando logró terminar la siembra del primer ciclo porque no tenía todos los insumos necesarios. 15 hectáreas quedaron sin sembrar y 30 sin abono corren el riesgo de no desarrollarse como es debido. Generalmente producía entre 6.000 y 7.000 kilos por hectárea, pero este año calcula que solo obtendrá alrededor de 4.000 kilos.
La situación es un pequeño indicio de la crisis económica que atraviesa el país. Según Datanálisis, la escasez sobrepasó 80% en mayo y comidas tan venezolanas como la arepa, que depende de la harina de maíz, se convertirán en un lujo exclusivo si no se recupera la producción. A esto se une la fuerte inflación, que podría cerrar el año por encima de 700%, pronostica el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Mientras los insumos no se consigan y todo el proceso de siembra no pueda completarse, las cosechas se seguirán perdiendo y las consecuencias serán cada vez más drásticas. Productores y especialistas advierten entonces que lo peor puede estar por venir.
En el caso del maíz, el consumo anual es cercano a los 4,5 millones de toneladas, pero en 2015 solo se produjeron 1,5 millones, la cifra más baja desde 2002, cuando hubo una producción de 1,4 millones de toneladas. Durante 13 años, Venezuela fue autosuficiente en este rubro. Hoy se importa más de 60% de lo que se requiere y las divisas para comprar en el exterior son escasas.
“En 60 años, 2015 fue el peor en agricultura. En maíz, ya sabemos que este año va a ser peor. En Barinas y Guárico apenas se sembró 50% y en Portuguesa 80%. De las 700.000 hectáreas de maíz que el gobierno tiene previsto sembrar, podemos afirmar que se llegará apenas a las 400.000”, señala Werner Gutiérrez, presidente de la Sociedad Venezolana para el Combate de Malezas.
Panorama poco alentador. La producción de la mayoría de los rubros ha descendido a niveles drásticos. Aquiles Hopkins, vicepresidente de Fedeagro, afirma que no hay posibilidades de recuperar la producción nacional en el escenario actual.
“Nunca es tarde para tomar las decisiones, el problema es que, mientras más se demoren, Venezuela paga las consecuencias. Desde 2014 no ingresan de manera formal repuestos de maquinarias, en un país donde 85% de estas ya cumplió su vida útil o están obsoletas. Deberían llegar 4.000 tractores anuales, pero durante los últimos 6 años han llegado solo 100. El gobierno tiene que escuchar, generar confianza y las condiciones para trabajar. Si no se toman los correctivos urgentes, podemos empeorar, va a seguir la caída de la producción nacional y la escasez”, advierte.
Hace 4 años Venezuela se autoabastecía de papa, hace 2 años tenía una tendencia ascendente en la producción de arroz que se acercaba a la autosuficiencia y durante 200 años se exportó café, pero el año pasado, de 12 rubros a los cuales Fedeagro le hace seguimiento, 11 tuvieron un decrecimiento significativo comparado con la producción de 2014 y 2008 (ver infografía). El retroceso es producto de varios factores, como la inseguridad en el campo y la falta de insumos, maquinarias, repuestos y desarrollo tecnológico.
Ramón Elías Bolotin, presidente de la Asociación de Productores Agrícolas Independientes, advierte que el girasol corre el riesgo de desaparecer en 2017 y la producción de aceite seguirá cayendo si no se solicitan las semillas. El tiempo que tardan en llegar al productor es casi de 90 días y el proceso de siembra se realiza entre octubre y noviembre, pero hasta la fecha no se han hecho pedidos. “Ya se perdió la mitad del tiempo de siembra. Si no las entregan con urgencia, se perderá el ciclo y no se podrá sembrar”.
Muchas semillas necesarias para la producción no se consiguen en el país y deben ser importadas. El control cambiario limita el acceso a las divisas y obstaculiza su compra. Los agricultores invierten sus ganancias en mercados paralelos y buscan alternativas para comprar insumos, pero los obstáculos impuestos por el gobierno son cada vez más difíciles de superar.
Luego de estatizar Agroisleña en 2010, Agropatria es el único organismo autorizado para vender y distribuir insumos agrícolas. Ante su incapacidad para suplir a los productores que lo requieren, los inventarios se agotan y los campos quedan a la espera de ser utilizados. Herbicidas primordiales como Glifosan escasean en el mercado, las semillas no llegan a tiempo y se pierden los ciclos de siembra.
“Desde que se intervino Agropatria la entrega de insumos es insuficiente y tardía, con el sector privado los teníamos un mes antes de la siembra. Los agricultores no sabíamos lo que era esperar por insumos. Este experimento de Agropatria no funcionó. Tiene que haber una recapacitación.”, afirma Bolotín.
Pérdida de oportunidades. Hopkins alerta sobre una caída generalizada que no se está controlando: “Nuestro potencial de arroz es de 250.000 hectáreas que se siembran en dos ciclos. Este año, en el mejor de los casos se sembrarán 80.000 hectáreas. En los Andes, solo han sembrado 25% de la superficie destinada para cultivar hortalizas por inexistencia de semillas y agroquímicos. También tenemos una caída importante en la superficie sembrada de papa y en líneas generales las perspectivas no son positivas. La producción nacional está en el suelo y no se está haciendo nada. No hay políticas agrícolas que la estimulen”.
A esta lista de alimentos en peligro se suma el endulzante de todo café. En la zafra 2004-2005 se produjo más de 9,5 millones de toneladas de caña de azúcar, pero en la 2014-2015 se bajó a solo 4,9 millones, un descenso de 51,5% que se incrementará luego de que en la última zafra estuvieran operativos solo 3 de los 10 centrales azucareros que maneja el Estado.
“El gran problema es la maquinaria agrícola y los camiones de transporte. Como hay escasez de repuestos no hubo posibilidad de cosechar toda la caña que se debía. Solo se molieron 3 millones de toneladas”, señala José Ricardo Álvarez, presidente de la Federación de Asociaciones de Cañicultores de Venezuela, y agrega que el precio de liquidación promedio estuvo por debajo de los costos de producción.
Bolotin recuerda que en los años sesenta el país era autosuficiente en la producción de caraotas. “Se sembraban 100.000 hectáreas y se producían 50.000 toneladas de caraotas. Ahora no producimos ni el 10% de los requerimientos”. Hasta el típico pabellón se volvió un plato exclusivo. Lo cotidiano pasó a ser esporádico. Los productos esenciales que antes abundaban en las cocinas de los venezolanos, hoy son sus anhelos.
Ganadería en picada. A las carencias de la tierra se une la tragedia de la ganadería. En varias entidades del país se ha vuelto una práctica común matar al ganado para robarse los mejores pedazos de carne. Según el registro de la Federación de Ganaderos de la Cuenca del Lago de Maracaibo (Fegalago), en menos de un año 8.500 reses han sido asesinadas en el eje de Villa de Rosario y Machiques del estado Zulia.
“Tenemos que ser sinceros. No tenemos con qué trabajar, ni insumos, maquinarias, medicamentos ni semillas. 50% de las unidades de producción se ha perdido. Este año vamos de mal en peor, no vemos ninguna política que vaya a revertir lo que está pasando. Para este momento deberíamos producir 10 millones de litros de leche al día, pero estamos por debajo de 3,7 millones de litros y con tendencia a seguir bajando”, señala Armando Chacín, presidente de Fegalago.
Gutiérrez explica que no se asignaron divisas para importar las semillas de pasto, no se pueden recuperar los pastizales y no se consigue alambre de púas. “No hay herbicidas para controlar las malezas. Está bajando el rendimiento del ganado. Por cada madre debe nacer un becerro al año y ese parto no se está logrando. Estamos en un proceso de caída en la producción de leche y carne”.
El promedio anual de consumo de carne por persona es de 28,7 kg, pero este año se calcula que el consumo sea de 4,1 kg, es decir 85,7% menos que el promedio, señaló Rodrigo Agudo, asesor de la Federación Nacional de Ganaderos, en el foro “Corrupción y Hambre, una realidad inexcusable”, organizado por Transparencia Internacional.
Soluciones ignoradas. Mientras prosiga el actual déficit de materia prima, seguirá el estancamiento del sector industrial y comercial. Una cadena que, si no se produce la transformación a productos de consumo, conlleva al aumento de la escasez y a generar mercados paralelos con precios elevados. La corrupción se hace participativa y se aprovecha del hambre.
Francisco Martínez, presidente de Fedecámaras, asegura que los resultados de la evaluación del primer semestre del año arrojan que ha sido peor que el 2015. “La mayoría de las industrias y empresas trabajan a 40% de su capacidad. Para el segundo semestre, de no hacerse los cambios y el abordaje técnico para resolver los problemas de raíz, será muy difícil que mejore. La tendencia es a empeorar”.
De enero a julio la inflación acumulada fue de 240%, según cifras del BCV. A pesar de que el dólar negro pareciera estar estancado, la tendencia es que esta cifra siga subiendo. El economista Ronald Balza explica que una de las causas es la escasez y la existencia de un mercado negro.
“La inflación continuará a pesar de que uno de los factores esté frenándose. Si no se estabiliza la producción, las importaciones y se cancelan las deudas, cualquier aparente alivio durará solo mientras esos productos se estén vendiendo, pero el problema estructural no se resolverá. Todo lo malo que nos ha pasado continuará: empresas que producen menos o cierran, pretensiones del gobierno de hacerse cargo de ellas y acaba destruyéndolas. Mayores colas, mayor consolidación de una economía subterránea que podría hacerse cada vez más peligrosa”.
Los especialistas alertan que, de no tomar medidas urgentes, la situación será aún más delicada. “El desabastecimiento este año se va a incrementar, lo podemos advertir. Ya sabemos que hay una caída importante en el sistema primario. En el secundario, el gobierno también mantiene deudas y líneas de producción paradas porque no tiene repuestos. Urge que en el área de semillas, agroquímicos, repuestos y maquinarias se paguen alrededor de 1,8 y 2,3 millardos de dólares con los proveedores internacionales. Al cumplir y pagar esas deudas nos abrirán los créditos para traer insumos. De no ser así, cada día llevarán a la quiebra a más y más agricultores en Venezuela. La meta es que el PIB agrícola crezca de 4% a 6%. Lastimosamente, de 2009 a 2014 cayó por encima de 16%”, señala Werner Gutiérrez.
Martínez propone desarrollar un sistema cambiario que permita un acceso fluido a la materia prima, los repuestos y las maquinarias necesarias; crear un método que regule los precios, de manera que no se obligue a producir sobre pérdidas; respetar la propiedad privada y generar confianza.
Desde la Asamblea Nacional se discute el proyecto de ley para la activación y el fortalecimiento de la producción nacional, un primer acercamiento para generar los requisitos de trabajo necesarios. José Guerra, diputado por la Mesa de la Unidad Democrática, asegura que, si se materializa y se hace efectiva, es una ley que busca estimular la producción nacional.
DC|EN