Una gran incógnita se cierne sobre la gestión de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) en el hasta ahora fallido diálogo entre el Gobierno nacional y los representantes de la alianza opositora, y es que Ernesto Samper Pizano, su secretario general de la institución llega al final de sus responsabilidades.
A dos años de iniciar funciones desde el cargo del grupo que integran doce países, entre ellos Venezuela, Samper como conciliador tuvo más reveses que aciertos y solo basta con revisar las declaraciones de las partes en conflicto para sacar conclusiones.
El remplazo del cuarto secretario del organismo internacional debe, por estatutos internos ser designado por el Consejo de Jefas y Jefes de Estado y de Gobierno.
Puede sin embargo, que los miembros del organismo integrador acuerden extenderle la licencia a Samper por otro período de dos años, como también expresa la letra constitutiva del grupo. La única restricción que pesa sobre el cargo es que, el suplente no debe ser de la misma ciudadanía, en este caso, colombiana.
Pero, muchos cambios han ocurrido en la política suramericana desde hace dos años. Brasil dio un giro radical a la centro derecha con Michel Temer, el mandatario interino que espera por el juicio a Dilma Rousseff. Igual tendencia marcó la llegada de Mauricio Macri a la Casa Rosada para romper con el largo período de la izquierda kirchnerista. Para citar los más emblemáticos.
Otro obstáculo en la continuidad de Ernesto Samper en la institución puede venir del voto peruano, dada los señalamientos que desde Lima ha hecho Pedro Pablo Kuczynski, el nuevo presidente.
No obstante, trascendió el pasado viernes que el secretario general de Unasur no tiene intenciones de postularse a un segundo mandato. Extraoficialmente se indicó que el dirigente colombiano habría enviado una carta al presidente Nicolás Maduro y a los demás mandatarios miembros, diciendo que no aspirará a la “renovación”, como lo prevé el Artículo 10 del Tratado Consecutivo del grupo.
“Creo que todos debemos contribuir, como hoy lo hago, para que ustedes, los más altos mandatarios regionales, tomen en conciencia las mejores decisiones”, dice la misiva.
Matemáticas.
Las recientes votaciones en la Organización de Estados Americanos en Washingon, a propósito del caso Venezuela y el conflicto de poderes en Mercosur por la designación de la secretaría general pueden dar una idea bastante aproximada de lo que pudiese ocurrir en Quito, sede de la Unasur con cualquier candidatura que asome Venezuela, incluso si su decisión sea suscribir un nuevo período para el exmandatario colombiano.
Diplomacia golpeada.
Aunque la Cancillería venezolana exponga como éxitos la defensa de sus tesis y con ellas, de la soberanía nacional, no es un secreto que la crisis económica y política que enfrenta y los señalamientos de violaciones a los derechos humanos ha debilitado la fuerza que le aportaba el presidente Hugo Chávez conjuntamente con los considerables ingresos petroleros.
Hombre de Maduro.
La oposición venezolana ha visto con recelo las gestiones de Samper en pro del diálogo. Sin aspavientos lo ha calificado de hombre ligado al oficialismo, aunque los postulados del grupo subrayen que “el secretario general no solicita ni recibe instrucciones de ningún Gobierno, ni entidad ajena al organismo.
Pero Samper no ha pudo levantar un mínimo de simpatías en sus gestiones. Tampoco lo han conseguido sus abanderados en esas tareas: los expresidentes José Luis Rodríguez Zapatero (España), Martín Torrijos (Panamá) y Leonel Fernández (República Dominicana). La apuesta de Unasur mantiene las sillas vacías a pesar.
DC|2001