Una dieta balanceada, y el aprendizaje de buenos hábitos alimentarios, asientan las bases para tener una vida sana. En la etapa de crecimiento, la nutrición ideal debe contener una carga calórica de 1.300 a 2.000 calorías diarias de acuerdo con los factores como edad, sexo, actividades diarias y estilo de vida; repartidos en tres comidas principales y dos meriendas, con el objetivo de compensar la liberación de energía por la actividad física.
Durante el crecimiento y la etapa del desarrollo, los niños deben tener una dieta variada y moderada que contenga, vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos y grasas, en proporciones adecuadas. Dichos nutrientes son metabolizados por el organismo y le proporcionan la energía que requiere para su correcto funcionamiento y el cumplimiento de las tareas diarias.
En la etapa escolar, cuando el niño se encuentra en pleno desarrollo, la dieta debe ir dirigida a un menú con mayor carga calórica que le permita incrementar sus capacidades de aprendizaje. Por lo tanto, se recomienda evitar los alimentos ricos en azúcares y grasas trans o saturadas.
La educación alimentaria y nutricional en la familia y en las comunidades escolares es un aspecto importante para prevenir problemas de salud como la desnutrición, diabetes, obesidad, inmunodeficiencias y cáncer, entre otros. También la periódica evaluación de un profesional durante la etapa del crecimiento y desarrollo puede corregir a tiempo malos hábitos alimentarios.
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