No está de más en Venezuela el ir haciendo ejercicios objetivos y desapasionados, correctos e inteligentes que ponga las cosas en su justo y calculado valor y, que además, asome con distinción y grandeza a los que han hecho y tengan méritos y alta preparación para optar a la Presidencia de la República que, tarde o temprano, debe aparecer el cartelón de esa posibilidad.
Empecemos de arriba hacia abajo, no porque tengamos complejos con el axioma repetido “de abajo hacia arriba” sino, como planteó Ortega y Gasset cuando dijo “el hombre es él más sus circunstancias”. Todo esto para colocar en la lista el nombre de Henry Ramos Allup encabezando el entarimado porque así se presentan las circunstancias y, en este caso, lo ayudan las añadiduras; por ejemplo, su hermosa y preparada esposa.
Pero hay muchos más. Eduardo Fernández, estudioso y equilibrado venezolano a quien le falta mucho por dar. Oswaldo Alvarez Paz, con más carácter que Fernández e igualmente meritorio. Tenemos también a Henrique Capriles aún en pleno desarrollo y trabajador incansable. Se le critica algunas situaciones políticas puntuales por confiar en los cerros y en la fuerza legal más que en lo brusco. Contamos también con Leopoldo López, hombre joven con gran reciedumbre conceptual, intelectual y política; indomable, limpio, guapo, emprendedor y orador de verbo encendido. Es el Mandela venezolano y, alguna vez, será Presidente de la Republica. Para ello tiene valor, fe y esperanza, además de una esposa linda, fiel tenaz, agradable como Lilian Tintori.
Hay otros más. Henry Falcón destaca mucho en su labor diaria de mercadeo político. El tiene la formación militar pero su labor en los últimos años en sus lares cívicos lo hacen un hombre dedicado, con claros criterios para manejar con éxito la cosa pública. Por su parte, Antonio Ledezma tiene don de mando. Es un hombre de evidente personalidad, además, conoce la administración municipal y la estatal. Su gobernación de Caracas fue ampliamente provechosa y su mujer lo complementa y le alza su distinción y prestancia.
Otros se vienen preparando para la vicepresidencia de hoy y los altos cargos para el mañana. Al joven Pizzarro le auguramos un futuro promisor y seguro. Miguel, muy equilibrado y estudioso, se viene preparando cultural y políticamente. Esta sobrado en la misión curricular junto a Freddy Guevara formando un dúo de fino exponente de cómo debe formarse un ciudadano de estado y de leyes colectivas. Clase aparte Jon Goicochea y para María Corina Machado quien solo tiene que cuidar el nivel de su vehemencia e introducir un toque de humor y sonrisa en sus peculiares avalanchas políticas.
Pero faltan más: Richard Blanco ni pide ni da cuartel. En su labor cívica no moja pero empapa y le sobra valentía y fuerza espiritual que cala mucho. Su acción en la lealtad llega y se instala sobre lo noble. Su cariño y devoción por el Dr. Antonio Ledezma lo eleva con pudor por la amistad y sin arrepentimiento.
Como vemos, el papel se expande; los hombres valiosos están a la orden del día y, el querer tener un país glorioso, se agiganta.
DC / Luis Acosta / Artículista