La vida siempre se abre paso. Incluso en medio de la desolada Alepo. La guerra no ha podido acallar las risas de los niños, que encuentran un lugar de juegos donde antes cayeron bombas. La imagen ha sido distribuida por activistas sirios de la oposición al régimen de Bashar Asad y muestra a un grupo de chicos nadando en el cráter horadado por una bomba tras un ataque del ejército en el distrito de Sheikh Said.
«Pese a lo que Asad ha hecho en Alepo, la vida no ha acabado y sus niños construyen una nueva vida en cada sitio destruido por sus misiles», se lee junto a las fotografías distribuidas por el Centro de Prensa de Alepo. Con más de dos millones de personas atrapadas, la ciudad de Alepo se encuentra asediada por los combates entre fuerzas rebeldes, islamistas y el ejército de Damasco.
Los alimentos y las medicinas escasean mientras Naciones Unidas reitera sus llamamientos para que se establezca una tregua humanitaria de 48 horas para permitir la llegada de comida y medicamentos a las zonas aisladas. La que fuera capital comercial e industrial de Siria, segunda urbe en importancia del país después de Damasco, se encuentra hoy dividida por el conflicto, partida en dos desde 2012. Las milicias opositoras controlan el este de la ciudad, mientras que el Gobierno de Asad ocupa el oeste.
El régimen, con apoyo de Rusia y milicias libanesas e iraníes, trata de establecer su control sobre toda la ciudad, consciente de que sería un golpe de mando en un conflicto que se prolonga desde hace más de cinco años. Los enfrentamientos viven una escalada desde este mes de julio.
Con temperaturas que superan los 35 grados, sin agua corriente y sin electricidad, los civiles de Alepo sobreviven en condiciones extremas, en medio de los combates. Pero ajena a la guerra, la vida cotidiana a veces nos muestra escenas como éstas. El ingenio de estos niños les ha llevado a improvisar una piscina en el más horrible de los lugares.
Las fotos de los niños nadando fueron tomadas la noche de este miércoles, dos semanas después de que los mismos activistas del Centro de Prensa de Alepo fotografiaran a Omran Daqneesh, de cinco años, cubierto de cenizas y en estado de shock, tras resultar herido en un bombardeo aéreo. Su hermano de 10 años, Ali, murió después por las heridas sufridas.Su imagen, sentado en una ambulancia con la mirada perdida, dio la vuelta al mundo. Hoy, ver a estos niños jugando en medio de la destrucción devuelve la esperanza para las futuras generaciones de Siria. Sólo falta que dejen de caer las bombas. Los niños encontrarán la manera de dejar que la vida fluya.
DC | EM