Nicolás Maduro, con una evaluación negativa de gestión que ronda el 80% y una vasta mayoría de la población, indicando que quiere cambio a través de marchas pacíficas por el Referéndum Revocatorio Presidencial, luce casi normal que sus asesores cubanos le hayan recomendado buscar un chivo expiatorio, para desviar la atención de su monumental rechazo, hasta de quienes todavía se sienten chavistas. Quizás esa sea la causa de la inusitada persecución a todo lo que les huela a dirigentes y militantes del novísimo partido Voluntad Popular.
No es la primera vez que este fenómeno de aislar y segregar a una determinada estructura partidista se presenta en el escenario venezolano. Ya en los tiempos de dictadura perejimenista, a pesar de la represión general, la mayor bestialidad policial se impuso contra el partido Acción Democrática. Igual sucedió en la etapa cuarta republicana, donde un Rómulo Betancourt, persiguió, aisló e ilegalizó al Partido Comunista. Ahora de nuevo regresamos a esta vieja práctica represiva, pero en modo socialismo del siglo XXI, impuesta por una cúpula empeñada en remover viejos escombros históricos de violación de derechos humanos y persecución política, más por odio y venganza que por razones de seguridad de Estado.
No milito en el partido liderado por Leopoldo López, pero el sólo hecho de que sea uno de los principales líderes opositores del país, encarcelado mediante imputaciones sin pruebas, es más que suficiente para pensar, que esta nueva razia represiva contra Daniel Ceballos, Lester Toledo, Delson Guárate, Lumay Barreto y Warner Jiménez, forma parte de un plan intimidatorio hacia otras organizaciones políticas opositoras. Mostrando con ello, por un lado, la cara de la reja y el candado y por la otra la del engañoso diálogo oficialista.
Cualquiera que revise las tesis fundacionales del partido naranja, observará como Voluntad Popular, asume la definición de ser un partido político fiel a la idea de democracia, entendida como una constante práctica de deliberación, generación de consenso y respeto a las minorías. Así mismo, señalan que enmarcan su trabajo en el Estado de Derecho y el respeto a los Derechos Humanos, como herramientas imprescindibles para alcanzar el progreso.
Es probable que, a los militantes de esta organización, no sólo se les cobre su accionar político social dentro del medio donde se desenvuelven; sino esta concepción y modo de asumirse ideológicamente, a contrapelo de la verborrea socialistoide, de quienes cada vez se parecen más a los verdaderos oligarcas y corruptos, de los cuales, ante sus esmirriados seguidores, dicen combatir.
Nadie pretende insinuar que las demás fuerzas políticas hayan sido mezquinas en torno a la solidaridad para con esta organización partidista; pero bien merecido se tienen que, en medio de la satisfacción del deber cumplido este 1ro de septiembre, volteemos el foco hacia esos hombres y mujeres, quienes, con fuerza y fe, a riesgo de su integridad física y espiritual, hoy son víctimas de toda la ira de un gobierno antidemocrático, represivo y violador de sus Derechos Humanos.
Arreciemos nuestra solidaridad con Voluntad Popular.
DC / Douglas Zabala / @douglazabala