Familiares de Leandro José Ramírez, taxista asesinado en la Unidad de Desarrollo (UD) 146 el 14 de junio de este año, exigen justicia. El pasado viernes 16 de septiembre denunciaron la implicación de un escolta del gobernador Francisco Rangel Gómez como presunto autor material del hecho que le cegó la vida hace tres meses.
Para ese mismo viernes se pautó la audiencia de presentación de dos de los tres implicados en el suceso. Keberlyn María Hernández, de 20 años, y su hermano, Eimer Hernández, de 28, fueron aprehendidos por el Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc).
El novio de Keberlyn, Luis Alfonzo Villafranca Martínez, es el presunto funcionario que faltaba por capturar y quien habría asesinado a Leandro Ramirez con su arma de reglamento, cuando el fallecido se resistió al robo de su vehículo de trabajo, un Volkswagen Gol color rojo.
La audiencia de presentación se aplazó para el sábado. Y en la tarde del viernes, Villafranca se entregó a las autoridades pidiendo el resguardo del Ministerio Público (MP), pues con la Policía Científica teme por su vida, según versión de los declarantes.
“Pedimos justicia, que esto no sea un caso político y la muerte quede impune. El Cicpc ha hecho la investigación”, aseguraron los parientes que, debido al suceso, temen dar sus nombres para evitar represalias.
Es por esto que solicitarán ante el MP el resguardo de todos los miembros de su familia, ya que temen que haya represalias.
Se intentó establecer un contacto con el jefe local del Cicpc, Jesús Teresén, para obtener una versión oficial de la información, pero no hubo respuesta.
De acuerdo con el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (Ivss), a partir del 26 de agosto de 2010, Luis Alfonzo Villafranca Martínez ingresó a la Policía del estado Bolívar (PEB) y su estatus es activo dentro de esa institución.
Reconstrucción de los hechos
El 14 de junio de 2016 Keberlyn tomó el taxi de Leandro Ramírez en Alta Vista, y solicitó una carrera a la UD-146, hacia las 5:00 de la tarde. Al llegar al destino, dos motos estaban esperando al vehículo, para robarle. El taxista decidió arrancar. Los motorizados empezaron a disparar y uno de los tiros alcanzó al fallecido en el intercostal izquierdo, causándole la muerte.
Leandro José Ramírez murió un martes. El jueves de la semana anterior había asistido a la graduación de su hija mayor como Técnico Superior en Riesgos y Seguros.
Dedicó su vida al volante como el sustento de su familia y, según sus dolientes, no tenía problemas con nadie. Por eso quieren limpiar el nombre de Leandro, quien murió víctima del hampa común que hace años tomó toda Venezuela.
Hace 10 años, el hombre salió con vida de un intento de robo mientras trabajaba, en Unare, cerca del Colegio Virgen Niña. En esa oportunidad, un balazo en el intercostal izquierdo le mantuvo tres meses en terapia intensiva. No sabía que una década después, la misma herida, en manos de la inseguridad, le quitaría la vida.
Sus familiares piden justicia, incluso en redes sociales, con la etiqueta #JusticiaParaLeandro, aunque nada les reponga la vida del esposo, padre y trabajador que engrosa la lista de muertes violentas en Ciudad Guayana.
DC | Correo del Caroní