Tarek el Defensor, por Luis Acosta

No somos amigos de la crítica personal y ambigua porque nunca es saludable, pero nos encanta la razonable. Por ejemplo, nos tocó ver y escuchar al Defensor del Pueblo en un programa televisivo. Era un domingo tranquilo y sosegado pero, entender a William y analizar a Saab necesita tiempo, paciencia y pericia. El pone a los demás en la tarea de “famosearlo”; sin embargo, recordemos que Chávez invitó al poeta Gustavo Pereira, notable anzoatiguense, para redactar el preámbulo de la parte cultural de la Constitución vigente. Tampoco nos asombra el defensor del Pueblo porque siempre luce que le cuesta mucho obrar de defensor de quien defensa merece y espera. En cambio, es bueno y rápido logrando razones para no hacer nada.

Al gobernador Tarek se le recuerda y señala más por sus debilidades que por sus fortalezas en las actitudes, por lo mismo, lo que más molesta es que cree que engaña a los demás y que su comportamiento es equilibrado. Si William fuera honesto, como dice serlo, se debe cubrir de autenticidad, letra y poesía. Para ello, lo humano resaltaría de su juicio; su voluntad y parte sentimental rompería los esquemas. En efecto, un poeta, por su propia conformación moral y ética, piensa y siente pero no administra. Andrés Eloy fue Presidente del Congreso pero jamás manejó funciones judiciales, ni cargos donde dependiera de su decisión un solo caso donde pudiera ofender a terceros. El amor y el respeto a su pueblo valían más que cualquier acomodo de su vida material.

¿Cómo puede ver el poeta Tarek a presos como Leopoldo o Ledezma, a quienes, por cierto, conoce desde toda su vida republicana? En efecto, Leopoldo López fue un alcalde exitoso y buen administrador; padre amoroso y esposo ejemplar; bien criado y “listo para pelear pero nunca para matar”. Además, político valiente y atrevido tanto, que se entregó a la justicia sin ésta irlo a buscar y a sabiendas de las amarguras carcelarias y algunas pobrezas del foro legal y político que ya había conocido. Solo ver trabajar a la Tintori en defensa de su marido y aun a costa del abandono parcial de du familia en plena crianza y formación, debería ser bastante para remover la fibra poética más resistente y si los valores familiares y republicanos no son capaces de mover la fuerza humana de Tarek para actuar en defensa de todo venezolano que lo necesite y justifique, entonces, está obligado a su renuncia. Lo insostenible es mantener al poeta esclavizado de estas circunstancias en un cargo administrativo cuando con regularidad se ponen presos inocentes. En un mundo de valores, Leopoldo y su acción presidiaria mereciera del Defensor hacer valer un real y moral atenuante para su injusta cárcel: el valor de su valentía.

De suerte pues, que Tarek William Saab debe perseguir, sin espera, el sacar al poeta de la Defensoría y dejar al político adentro y, de esa forma, poder mantener el respeto por Neruda y Gabriela Mistral. Es elogiable e interesante vivir las reacciones de los grandes pensadores y recordar sobre sus decisiones, sobre todo, cundo sean atrevidas y distintas. En otras palabras, que llene las esperas y se acerquen a las esperanzas aun cuando sepamos que parte de estos propósitos se convierten en falsas ilusiones y pocas expectativas. Es decir, el poeta quisiera elevar su sensibilidad humana pero no logra levantar vuelo por sus compromisos políticos.

 

DC / Luis Acosta / Artículista

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